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 Tiempo para el amor

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shyni
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeLun Ago 26, 2019 5:10 pm

Capitulo Veinticuatro

-Bryan McFadden -musitó Nicky casi una hora más tarde, pronunciando el nombre con el mismo cuidado que si se tratara de una granada-. Bryan McFadden.

-Para ti, oficial B. McFadden -dijo Amy, luchando para contener la histeria que amenazaba con hacerla estallar en gritos, o en carcajadas.

Estaban en el coche, delante de la nueva casa de Nicky, quien se volvió a mirarla.

-Claro que sabía que se había hecho policía -comentó, pasándose la mano por los cabellos-, pero la última vez que lo vi, trabajaba en Belfast. Eso fue...Dios, en la quinta reunión que tuvimos después de terminar el instituto.

-¿Lo has reconocido en seguida? -preguntó ella, que incluso después de oír al policía identificarse tardó un minuto en poder creer que era la misma persona que ella recordaba.

Nicky hizo una mueca y negó con la cabeza. Teniendo en cuenta el estado en que se hallaba cuando Amy y él bajaron del coche, estaba seguro de que habría sido incapaz de reconocer a su propia madre.

-Ha ganado algunos kilos -dijo, tras unos segundos.

-Y perdido mucho pelo -añadió Amy, y sin poder aguantar más se echó a reír con todas sus fuerzas-. N-no me digas que...que no ha sido di...divertido -logró decir entre carcajada y carcajada-. Vamos, Nicky admítelo. Humillante, pero divertidísimo.

Los labios de Nicky se curvaron en una sonrisa.

-Está bien,lo admito.

-Y algún día, cuando lo recordemos, nos moriremos de risa.

-¿Para qué esperar tanto? -dijo él, y empezó a reír.

Tras unos minutos de sonoras carcajadas que llenaron el interior del auto, fueron calmándose.

-¿Sabes que has sido muy galante?

-¿Galante? -preguntó él, apartando un mechón de pelo que se había quedado pegado a los labios de Amy.

La mano de Nicky se detuvo un momento en la oreja, acariciando la suave y sensible piel, y ella casi no tuvo fuerzas para responder.

-S-si. En todo momento intentaste evitar que Bryan me viera bien.

Nicky tardó un momento en darse cuenta de qué hablaba.

-Oh, te refieres a cuando salimos del coche.

Al pensarlo, Nicky se dio cuenta de que su reacción fue totalmente distinta. A pesar de tener ganas de cometer un par de graves delitos contra la autoridad, su deseo prioritario era proteger a Amy. Habría estado loco si hubiera dejado que alguien viera a Amy en el estado en que se hallaba cuando bajó del auto. Por primera vez entendió por qué algunos hombres exigen que sus esposas se cubran con un velo de la cabeza a los pies.

Amy estiró una mano y le acarició la cara.

-¿Nicky?

Nicky capturó la mano y se la apretó contra el corazón, a la vez que la miraba a los ojos.
No era necesario que preguntara.
Ni tampoco que ella respondiera.
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shyni
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeLun Ago 26, 2019 5:14 pm

Capitulo Veinticinco

A Nicky le temblaban los dedos al intentar meter la llave en la cerradura de la puerta. Amy recordó que también habían temblado dieciocho años antes al abrir la habitación del motel que alquilaron a nombre del señor y señora Browne por cuarenta y ocho euros en efectivo.

Amy no tenía duda alguna sobre lo que iba a hacer. Pero cuando vio a Nicky detenerse antes de abrir la puerta y quedarse muy quieto, de repente se preguntó si él las tendría.

-¿Nicky? -preguntó ella, poniéndole una mano en el brazo-. ¿Qué ocurre?

Nicky se volvió a mirarla.

-Hace dieciocho años prometí encargarme de protegerte, y lo hice -dijo él-. Cuidar de ti fue tan importante entonces, como lo es ahora. Si necesitas, o quieres que tome precauciones, lo haré.

En aquel momento Nicky parecía tanto el joven inexperto que era entonces como el hombre maduro y mundano de ahora. Y en aquel momento Amy supo que lo amaba y que confiaba tanto en el hombre como en el joven, sin reservas.

No era necesario que Nicky tomara precauciones y Amy se lo dijo. Y también le dijo que la promesa de protegerla era tan importante para la joven de diecisiete años como lo era para la mujer de treinta y tres.


***

El paso del tiempo cambió la apariencia de Nicky, y Amy era consciente de ello. A pesar de que ella había recorrido en multliples ocasiones el cuerpo masculino tanto con los labios como con las manos, las profundas diferencias entre las noches de graduación pasadas y las presentes le hizo que viera a su es marido un poco como un desconocido.

Estaban en su dormitorio y él se había quitado la chaqueta, los zapatos y los calcetines. Amy no recordaba qué ocurrió con la corbata, pero imaginaba que estaría en el coche, junto con uno de sus pendientes y el collar.

Nada de eso parecía importarle.

-Acaríciame otra vez, amor -la invitó Nicky, con voz gruesa.

Amy le recorrió el pecho, los fuertes músculos con las palmas, hundiendo los dedos entre el vello. Las líneas del cuerpo varonil seguían siendo tan esbeltas y firmes como lo fueron en sus años de corredor, no tenía ni un solo gramo de grasa superficial.

Amy echó la cabeza hacia atrás para poder verle la cara. Sonriendo provocadora,le acarició los pezones, describiendo círculos alrededor de ambos con las palmas de los dedos hasta que Nicky gruñó y le sujetó las manos con fuerza.

-Bruja...

Antes que Amy pudiera decir una palabra, Nicky inclinó la cabeza y la besó durante unos momentos que se hicieron eléctricos e interminables.

La sintió ponerse de puntillas, moviéndose contra él en un balanceo que hablaba de rendición, de súplica y de seducción.

Cuando sus bocas se separaron, ambos respiraban con dificultad, entre jadeos.

-¿A-Amy...? -preguntó él.

-S-si...

-Date la vuelta, por favor.

-¿P-por qué?

-Porque ahora...aún tengo el suficiente control como para quitarte el vestido sin hacerlo pedazos.

Hacía más de cuatro meses que no tocaba a una mujer. Más de cuatro meses desde la noche en que hicieron el amor en Belfast.

Amy abrió los ojos al darse cuenta del verdadero significado de las palabras de Nicky. con un estremecimiento, se mordió el labio inferior y dio media vuelta.

Tras tres intentos, Nicky logró desabrochar los botones del vestido. La cremallera sólo le llevó un instante. Momentos después, el vestido de Amy estaba en el suelo, formando un charco de seda a sus pies, y ella se volvió hacia Nicky. Llevaba sólo el sostén.

El paso del tiempo había alterado el cuerpo femenino. Ya no era una niña, de eso no cabía la menor duda. Las facciones ahora estaban más delicadamente marcadas, y su figura, aunque,demasiado delgada, era mucho más madura. Pero los cambios externos no se podían comparar con la profunda transformación de actitud que había sufrido Amy. Y esencial en aquella transformación, era el hecho de que ella, al igual que él, en la noche de graduación del pasado, era virgen.
Y en aquel momento no pudo evitar verla casi como una desconocida.

El sostén que llevaba estaba hecho de encaje y poco más. La piel brillaba bajo la tela y Nicky pudo ver los pezones con claridad. Con los dedos temblorosos, desabrochó el cierre de la parte frontal de la prenda y se la quitó.

Al sentir las manos de Nicky en la piel desnuda, Amy le rodeó la cabeza con las manos y la atrajo para besarlo en plena boca. Los gemidos de placer que se arrancaron el uno al otro, eran tan excitantes como el contacto de los cuerpos casi desnudos.

La sangre que corría por las venas de Nicky era pura gasolina, y la mujer que tenía en sus brazos un cerillo encendido. Nicky se dio cuenta de que el líquido permanecería ardiendo toda la noche. Movió las manos desde los senos de Amy hasta su cintura y después las deslizó por la espalda. Sin interrumpir el beso,la alzó en brazos y cruzó la corta distancia que los separaba de la cama.
La depositó sobre las sábanas y se inclinó hacia ella, acariciándola. Un momento después, Amy estaba tan desnuda como él. Amy abrió los brazos y él se perdió en ellos. Sus labios se encontraron en un beso intenso. Ella gimió en su boca, absorbiéndolo, adorándolo, y su cuerpo se retorció de placer sensual.

Amy apenas se dio cuenta del momento en que su amante deslizó una mano entre sus cuerpos, pero el ardor de todas las células de su ser la hizo ser muy consciente de los dedos que buscaban los rizos cobrizos que protegían sus más dulces e íntimos secretos.

Nicky apenas se dio cuenta del momento en que su amante deslizó una mano entre sus cuerpos, pero el ardor de todas las células de su ser lo hizo ser muy consciente de los dedos que se cerraron alrededor de su encendida virilidad.

-Ah, Nicky...

-Ah, Amy...

Nicky entendió con toda claridad qué era lo que ella quería. El ansiaba lo mismo. Temblaba de deseo, estremeciéndose con una necesidad que surgía del mismo centro de su alma.

Se movió sobre ella y la penetró, uniendo sus cuerpos con una intimidad que era tan absorta como inevitable.

-Amor... -gimió, y la besó.

Lo que ocurrió hacía dieciocho años entre Nicholas Bernard Adam James Byrne y Amy Anne Hilliard fue incendiario a pesar de su inocencia compartida.

Lo que ocurrió entre ellos en aquel momento, era explosivo debido a su experiencia compartida.
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeLun Ago 26, 2019 5:17 pm

Capitulo Veintiséis

M-m-m-m -suspiró Amy, moviéndose con la languidez propia de la más íntima satisfacción.

-Mmm, mmm -confirmó Nicky, desperezándose con la indolencia propia de la más completa satisfacción masculina.

Estaban tendido sobre la espalda y ella estaba acurrucada junto a él, con la cabeza apoyada en su pecho.

-Ha sido...mmm -Amy suspiró y volvió a moverse-. No lo sé.

-¿Notable? -sugirió Nicky.

-Bueno... -Amy prosiguió con el excitante movimiento de los dedos, a la vez que los iba deslizando hacia abajo.

-¿Increíble? -sugirió Nicky, en tono pastoso.

Detuvo la mano de Amy con firmeza, evitando que siguiera avanzando hacia zonas más íntimas. Ella alzó la cabeza y lo miró con ojos brillantes

-Creo que la palabra que estaba buscando es...indescriptible -le informó-. ¿Piensas devolverme la mano? -preguntó, acto seguido.

-No, hasta que me dejes convencido de que sólo estás buscando...palabras -repuso Nicky.

Aunque su voz había recobrado la normalidad, no podía decirse lo mismo de su cuerpo. La deseaba otra vez. Pero aunque sabía que él tenía la fuerza suficiente para quedar satisfecho, dudaba de que tuviera el dominio necesario para satisfacerla a ella.

-¿Crees que llevará mucho tiempo? -preguntó Amy.

-Puede -respondió él, saboreando la fragancia y el contacto del cuerpo femenino-. Indescriptible, ¿eh?

-Sin duda -respondió ella en tono indulgente,

-¿No...notable, ni sorprendente, ni increíble?

-Mejor que eso -dijo ella, y apretó los labios sobre la piel bajo la que latía el corazón de Nicky-. Mucho mejor.

Amy se hundió en un sueño profundo. Poco antes del alba, despertó debido a las excitantes caricias de los dedos de Nicky.

-Mmm -murmuró, adormecida, sin querer salir del maravilloso sueño en el que estaba sumida.

-¿Mmm? ¿Qué le ha pasado a indescriptible?

Al oír la voz masculina, y más aún, al sentir sus íntimas caricias, Amy se dio cuenta de que no estaba soñando.

-¡Oh...oh...N-Nicky!

-Es mi nombre, y me encanta oírtelo decir.

-Oh, Nicky...

-Sí, así.

Las caricias se hicieron más ardientes,más sensuales.

-¡Nicky!

-Así también, cariño.

Nicky la sujetó por la cintura y rodó sobre su espalda, colocándola sobre él.

-Llévame dentro de ti, amor -susurró él, acariciando el contorno de las caderas.

Amy gimió y se estremeció en respuesta a la hambrienta súplica. Temblando,lo buscó,murmurando la satisfacción que sintió al encontrar la prueba evidente de lo mucho que la deseaba.

-Amy -un estremecimiento recorrió el cuerpo masculino-. Oh, amor mío...

Amy lo acarició despacio, sin perderse la respuesta que su mano despertaba. Después se colocó sobre su cuerpo y lo guió hasta su interior, uniéndose a él con la misma totalidad con que él se unió antes a ella.

Amy echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, permaneciendo inmóvil unos segundos hasta que empezó a moverse sobre él, con un ritmo que fue tomando intensidad y urgencia.

Encendido por su abandono, Nicky sujetó las caderas femeninas. Se arqueó hacia ella y se hundió por completo en el calor líquido que lo rodeaba. Sentía el temblor íntimo del cuerpo satinado y sabía lo cerca que estaba Amy de alcanzar el orgasmo. La acarició una y otra vez, a la vez que las desinhibidas reacciones de la chica lo encendían más y más.

Amy repitió el nombre de Nicky una y otra vez, como una oración, hasta que el sonido se le quebró en la garganta y se convirtió en una exclamación de éxtasis. Menos de un segundo después, sintió el cuerpo de él tensarse bajo ella, y se movió sobre él de forma convulsiva, empujada por una devoradora necesidad de darle lo que le daba.

Su último pensamiento, antes de perder por completo el control, fue que lo que estaba ocurriendo no era indescriptible.

Era perfecto.
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeLun Ago 26, 2019 5:22 pm

Capitulo Veintisiete


Cuando Amy se despertó unas ocho horas más tarde, se encontró infundida de una alegría que no sentía desde hacía mucho tiempo.

Estaba viva y llena de energía. Su cuerpo respondió a una repentina oleada de sensaciones intensamente placenteras.

Pero de repente se dio cuenta de que estaba sola. Se sentó en la cama y abrió la boca para llamar a Nicky, pero el sonido murió en su garganta al aspirar el aroma que flotaba en el ambiente.

¿Café?

Sí, era café. El olor que penetraba por la puerta entreabierta del dormitorio era inconfundible. Y donde estaba el café, tenía que estar Nicky.

Se levantó de un salto. Al llegar al rellano de la escalera se detuvo un momento.
¿Qué iba a decir Nicky? ¿Qué iba a hacer?, se preguntó, abrumada por la ansiedad que le producía la incertidumbre de la nueva situación.
"Qué más da", decidió un segundo más tarde. "¿Qué voy a decir yo?" ¿Qué voy a hacer yo?"
Buenas preguntas, sí, todas ellas.

Se mordió el labio y se apretó el enorme albornoz que encontró tras la puerta del cuarto de baño contiguo al dormitorio. Y en aquel momento tomó la decisión. Ya era hora de encontrar buenas respuestas a sus buenas preguntas. Cuadrando los hombros, se dirigió a enfrentarse a su ex marido y amante otra vez.

Lo encontró en la cocina, de pie, de espaldas a ella, vistiendo nada más que unos desteñidos pantalones vaqueros.

La imagen del trasero firme resolvió temporalmente el dilema previo sobre lo que iba a hacer.
Lo que hizo fue quedarse mirando aquella parte de su anatomía como si fuera una quinceañera.

Nicky canturreaba en voz baja, diciéndose que en cuanto encontrara los pimientos verdes que buscaba subiría a ver a su Bella Durmiente, otra vez. También se dijo que esa vez no se limitaría a entrar y salir del dormitorio de puntillas,sino que se rendiría a la urgente idea que lo tentaba desde hacía horas.

Se había levantado excitado y a punto de volver a hacer el amor con Amy, pero ésta, profundamente dormida, se limitó a abrazarse más a él y murmurar algo que hubiera podido ser su nombre.

Dios, cómo la había deseado.Pero decidió dejarla dormir, diciéndose que le bastaba tenerla entre sus brazos y verla dormir. También se dijo una y otra vez, que en cuanto despertara,le contaría toda la verdad sobre él y su nueva vida.

Tras diez minutos de terrible tortura, Nicky decidió ponerle fin, consciente de que si seguía junto a ella, sucumbiría a la necesidad de apartar la sábana que los cubría.

Amy

Cerró la puerta de la nevera y se encontró con su ex mujer y amante otra vez. Tenía los cabellos gloriosamente despeinados, las mejillas encendidas y los labios enrojecidos por la intensidad de los besos compartidos.Pero fue la expresión de los ojos grises calvados en él, lo que le impidió respirar durante unos segundos.

-Hola -dijo por fin, y le abrió los brazos.

Amy fue a él sin dudarlo. La ansiedad e unos momentos antes se evaporó cuando él bajó la cabeza y cubrió su boca con los labios, besándola.

Cuando por fin se separaron, Amy alzó las manos y las apoyó en los hombros masculinos.

-Buenos días.

Nicky rió y le rozó las nariz con la boca.

-Buenas tardes -la corrigió-. Son más de las doce. Las doce y cuarto.

-Tenías que haberme despertado -dijo ella,con una mueca.

-Oh, no creas que no se me ocurrió -le aseguró con una significativa sonrisa que decía que también se le ocurrieron muchas cosas más.

Amy se deslizó las manos por la nuca y lo besó , esta vez con lentitud, bebiendo de él tan ávidamente como él había bebido de ella unos segundos antes.

Con una respiración entrecortada y la sangre ardiendo, Nicky decidió que llegaba el momento de contarle la verdad.La deseaba más que nunca,pero sabía que lo primero era lo primero.

-Amy... -empezó, con la voz pastosa por el deseo

-¿Si? -dijo ella, en un tono tan seductor como su mirada.

-Amor, tengo que decirte una cosa...¡maldita sea!

El sonido del teléfono interrumpió bruscamente la confesión y Nicky dirigió una fulminante mirada al aparato.

El cuerpo de Amy se tensó de súbito. Temiendo que le flaquearan las piernas, se sujetó a Nicky con fuerza. El teléfono sonó una, dos, tres veces.
Nicky la miró. Ella negó casi imperceptiblemente con la cabeza.

"Ignóralo" , le suplicaban los ojos grises.
Cuatro, cinco, seis veces.

-A lo mejor... -Nicky se aclaró la garganta-. Si contestas tú pensarán que se han equivocado de número y colgarán.

Siete, ocho, nueve veces.

-No -dijo ella, con los nervios a flor de piel-. No me he olvidado de lo que pasó la última vez que descolgué tú teléfono.

Diez, once, do...

Nicky soltó a Amy, se acercó al aparato junto al refrigerador y descolgó.

-¡Diga! -contestó, casi gritando.

Al obtener respuesta, sus facciones se endurecieron y la ira se apoderó de él. Amy supo que la maravillosa situación que vivían se iba a terminar de un momento a otro.

-¿Nicky? -preguntó en un susurro.

Nicky la miró con rabia.

-Está aquí, Chaz -dijo al auricular.

¿Chaz? Amy sacudió la cabeza, sin querer aceptar las implicaciones de aquel nombre. El único Chaz que conocía era Charles Rowand, su jefe.

El mismo Charles Rowand que le ordenó que se tomara tres semanas de vacaciones.
Tres semanas, que aún no terminaban.

-Es tu jefe, Amy -le dijo él, tendiéndole el teléfono-. Dice que es importante.
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeLun Ago 26, 2019 5:25 pm

Capitulo Veintiocho

-Lo siento, Nicky -dijo Amy, por séptima y octava vez-. De verdad.

-No importa -respondió Nicky, seco-. Es evidente que Chaz necesita tus consejos y comprendo que no puedes dárselos sin consultar tus archivos. Es una suerte que te hayas traído los que necesitas.

Amy apretó los puños. No creía que la suerte tuviera nada que ver con la situación.

-Antes de irme dejé escrito un informe en el que explicaba por qué pensaba que una compra no sería un buen negocio -explicó ella-. Y también le dije a Chaz que para Tom Walter, el propietario de T.W. Dos, Inc., la compañía significa toda su vida. Creo que lo entiendo, me recuerda mucho a mi padre.

-¿En serio? -dijo Nicky, sin apartar los ojos de la carretera.

Conducía el BMW hacia la casa de los padres de Amy, donde ella tenía los expedientes que necesitaba para aconsejar a su jefe.

-Si perdiera la compañía -continuó Amy-, creo que sería tan terrible como fue para mi padre que lo jubilaran. ¿Te acuerdas?

-Recuerdo lo preocupada que estabas por él.

Nicky recordó de súbito que Amy había ocultado su preocupación en su interior, y no se sintió especialmente orgulloso de sí mismo al recordar lo inmerso que estaba él en sus problemas. Tardó semanas en darse cuenta de lo preocupada que estaba por la conducta de su padre.

-Le costó mucho dejar el trabajo -prosiguió Amy-. La verdad es que no ha logrado alejarse del todo del banco. Creo que esa es la razón por la que no ha venido a casa. Aún tiene una cuenta abierta en el banco, y cuando está aquí tiene una excusa para pasearse por allí un par de veces por semana. Le da la oportunidad de conocer a gente que sabe quién... es.

-Albert Hilliard,antiguo director -aclaró Nicky, compadeciéndose del padre de Amy.

Continuaron el trayecto en silencio durante un par de kilómetros. De vez en cuando,Amy miraba a Nicky y sentía el impulso de alisar las arrugas de su frente y relajar la tensión de su cuerpo.

-Cuando le di tu número a Chaz... -dijo ella, cuando Nicky dobló la esquina de su calle-, no creía que lo usara. Pero...pasaba tanto tiempo en tu casa que...

-Que querías que pudiera localizarte en caso de que surgiera algo importante -resumió Nicky-. Lo entiendo, Amy. No tiene importancia.

Amy quiso gritarle que dejara de decir que no tenía importancia cuando era evidente que sí la tenía.
Nicky detuvo el automóvil delante de la casa de los Hilliard.

-¿Quieres que te espere?

-No sé cuanto tiempo me llevará.

-Lo cual significa que no, que no quieres que te espere -tradujo Nicky con dureza, cruzando los brazos.

Por un momento Amy creyó que Nicky iba a estallar. O más exactamente, esperaba que estallara, que se enfadara. Sin embargo, él se limitó a asentir con la cabeza.

-Está bien -murmuró, y se bajó del coche. Lo rodeó a grandes zancadas y abrió la puerta de Amy.

-¿Te parece bien que...que vaya a tu casa cuando termine? -preguntó ella, mientras él la ayudaba a bajar.

Nicky permaneció callado unos segundos, como si estuviera contando hasta diez antes de responder, pero cuando Amy alzó la cabeza para mirarlo a la cara, la expresión masculina era neutra.

-Te estaré esperando.

Juntos subieron hasta la puerta principal. Allí, Nicky abrió la boca y Amy se preparó para algún comentario cáustico. Pero se equivocó.

-¿Crees que tu padre se dio cuenta? -preguntó él-. Cuando te traje a casa después de la primera noche en el motel, ¿crees que sabía lo que habíamos hecho?

Amy recordó que llegaron a casa poco después del amanecer, tomados de la mano. Su padre accedió a dejarla salir tan tarde gracias a la tradición de "ver el amanecer" después de la graduación, y por primera vez desde que Amy empezó a salir con Nicky, no tuvieron que preocuparse por la hora.Aunque sí por otros temas, como el que acababa de plantear Nicky.

-No lo sé -respondió ella con toda honestidad-. Me esperó levantado, pero no dijo mucho cuando llegué. Sólo me preguntó si me había divertido -rió bajito-. En el fondo estaba segura de que lo sabía sólo con mirarme a los ojos.

Nicky sonrió.

-Sí. Yo también pensé que el hecho de que hubiera perdido la virginidad se me tenía que notar. Pero nadie pareció darse cuenta cuando volví a casa. Mis padres me preguntaron lo mismo que tu padre -acarició suavemente la mejilla femenina-. Les dije que fue el día más maravilloso de mi vida.

Amy movió la cabeza para prolongar el contacto de la caricia.

-Eso fue lo que le dije a mi padre.
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeLun Ago 26, 2019 5:28 pm

Capitulo Veintinueve

Nicky estaba avergonzado e irritado consigo mismo por su comportamiento cuando Amy volvió a su casa tres horas después.

"¿Qué quieres que haga?", se preguntó al hacerla cama. "¿Qué le diga a Chaz que se vaya al cuerno porque tiene cosas más importantes que hacer?"

Sí, maldita sea, Eso era exactamente lo que quería que hiciera.

Pero. ¿Le do motivos para hacerlo? ¿Le había dado alguna razón para que ella pensara que aquellas tres semanas eran algo más que una versión alargada de lo sucedido en Belfast? No.
"Estaba a punto de decírselo..."
El ruido de un automóvil frente a la casa lo llevó a la ventana. Era el coche que había alquilado Amy. La vio salir y bajó a la puerta principal.

-Hola -dijo ella, desde la escalera del porche, cuando él abrió la puerta.

-Hola -respondió él, sereno, al salir al porche. Esperó a que ella llegara a su altura antes de hablar-. Escucha, Amy, lo siento -al ver la expresión de extrañeza en el rostro de la chica, continuó-. Lo siento, por cómo he reaccionado cuando llamó Chaz. Me he portado como... como un... -alzó la palma, dejando que ella eligiera el calificativo que le pareciera más apropiado.

Amy se relajó un poco y sonrió.

-No importa, Nicky -respondió-. Tenías derecho a estar... irritado.

-Estaba mucho más que eso.

Amy lo miró con extrañeza y él asintió.

-Ambos sabemos que la frustración sexual siempre ha tenido terribles consecuencias en mi temperamento.

Amy se sonrojó.

-Pero aun con todo no debiera haberlo descargado en ti -continuó él-. Lo siento y te pido disculpas -calló un momento, tratando de leer lo que había detrás de los ojos de Amy-. ¿Y bien? ¿Qué pasó con Chaz?

-Hemos hablado, y después tuvimos una conferencia con el tipo interesado en comprar la compañía de Ton Walker, que estaba en Londres, en su avión privado -sacudió la cabeza-. Sabes -musitó-, a veces creo que si Alexander Graham Bell se hubiera dado cuenta de lo que hacía, no se habría molestado en inventar el teléfono.

Nicky frunció el ceño.

-No veo la relación -dijo.

-¿Recuerdas lo que dijiste hace unas semanas sobre alejarte de todo? ¿Cuando me hablaste de comprar esta casa?

Nicky intentó aprovechar aquella oportunidad.

-Sí -afirmó-. Me acuerdo, Amy, y tengo que...

-Gracias a Graham Bell -continuó ella-, y todos los que llegaron después de él, ya no nos podemos alejar de todo. Ahora tenemos teléfonos celulares, internet. Dios.

-Amy...

-El caso es que Chaz consiguió una conexión entre los tres y secretaria para que ésta pudiera tomar notas. Cuando terminamos me di una ducha, me cambié de ropa y... -extendió las manos, con las palmas hacia arriba-, aquí estoy. Siento haber tardado tanto.

-No importa -le aseguró él-. ¿Entonces no vuelves a Londres?

Amy dio un salto,como si la hubieran abofeteado.

-No, claro que no vuelvo a Londres. Bueno... -se mordió el labio-, por lo menos hoy no.

Nicky se dio cuenta de que mientras esperaba la respuesta de Amy estuvo conteniendo la respiración. Cuando ella contestó, suspiró con alivio.

-Me alegro.
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeLun Ago 26, 2019 5:34 pm

Capitulo Treinta

-¿Amy?

Nicky no obtuvo respuesta y dejó que pasara un minuto.

-¿Amy?

Una vez más, no hubo respuesta y dejó que pasara otro minuto.

-¿Amy?

Al oír el sonido de la voz masculina Amy se sobresaltó y miró a Nicky, tendido a medio metro de ella en la manta que habían extendido sobre el suelo. Estaba apoyado en un codo, mirándola.

-Lo siento -se disculpó ella.

-¿Les pasa algo a las uvas?

-¿Uvas?

-¿Las que tienes en la mano?

-En la... -confusa, Amy se miró la mano y vio que, efectivamente, tenía un racimo de uvas, pero lo cierto era que no recordaba haberlas tomado-. No, no les pasa nada -balbuceó, recordando apenas la anterior pregunta de Nicky.

-Llevas tanto rato mirándolas, que ya deben de haberse convertido en pasas.

-Oh...eh, yo -Amy dejó las uvas a un lado-. Lo siento, he debido pensar que me apetecían.

-¿Prefieres un poco de vino? -sugirió él, señalando con la cabeza la botella de vino francés en uno de los extremos de la manta, junto con unos quesos y una barra de pan-. Aún queda un poco.

-No, gracias.

"Anoche estuvimos tan cerca", quiso decirle Nicky. "Nuestras almas se tocaban, y hoy estamos tan lejos..."

Se puso de pie. Sabía que tenía que hacer algo.

"Ya has esperado bastante. Deja de comportarte como un cobarde. Díselo. Por el amor de Dios, díselo!".

-Amy

-Nicky

Hablaron a la vez.

-Disculpa.

-Disculpa.

Otra vez en perfecto unísono.
Nicky rió, aunque la situación no era divertida.

-Deberíamos trabajar en un club de variedades -comentó-. Si no mal recuerdo, la última vez que pasó esto, hablé yo primero. Ahora te toca a ti.

"Cobarde". "En esto, sí".

-Chaz... Chaz me pidió que vuelva a Londres -confesó, tras una vacilación.

"Dime que quieres que me quede, Nicky", le suplicó en silencio.

-¿Y tú qué le has dicho?

"Dime que no quieres irte, Amy", le suplicó él, sin hablar.

-Le he dicho que le volvería a llamar mañana.

La breve conversación fue seguida por un silencio. Amy empezó a sentir el conocido dolor que le avisaba de la próxima jaqueca y se frotó las sienes.

-¿Te duele la cabeza? -preguntó él.

Amy abrió los ojos y lo miró. Se sintió incómoda al ver que era incapaz de ocultarle sus debilidades. En más de una ocasión, había logrado ocultar una terrible migraña en una larga sesión negociadora, pero con Nicky...

-¿Amy? -Nicky se preparó para recibir una negativa.

-Me duele un poco, sí -admitió, y con una risa ronca añadió-. Hablar con gente como Emily Morton me suele producir jaqueca.

Nicky se relajó, suspirando aliviado al ver que no le ocultó lo que estaba sufriendo.

-Solía dar buenos masajes -se ofreció él.

-Seguro que aún eres un experto -dijo ella, tras una breve vacilación, con una sonrisa.

Amy tenía los músculos de los hombros y cuello tan tensos, que Nicky estaba seguro de que el masaje no estaba sirviendo de nada. Pero tenía la necesidad de seguir tocándola, de no interrumpir el contacto.

Amy se mordió la lengua, luchando contra el impulso de recostarse contra él y fundirse en su cuerpo. Estaba demasiado cerca, y ella tenía demasiados interrogantes en su vida.

-Dime...qué quieres... Amy -dijo él, en el silencio que los separaba, puntuando las palabras con los diestros movimientos de los dedos.

Una parte de Amy quiso volverse hacia él y mirarlo. Pero la otra mitad quería cubrirse la cara con las manos.

-Lo que tengo...está bien, Nicky -respondió, sin lograr dar un tono normal a su voz.

-Hablo en serio -dijo él, negando con la cabeza-. Dime qué es lo que quieres, en verdad.

Amy sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. Naomi le había preguntado lo mismo, y la respuesta que tuvo para ella era la única que tenía ahora. Parpadeó y apretó las palmas. El miedo ya no buscaba un punto débil en el que empezar a hurgar. Lo había encontrado.

-No lo sé.

Nicky se obligó a continuar con el masaje, y sus dedos encontraron el pulso de la garganta, donde la sangre latía a una velocidad desmesurada.

-Eso me resulta difícil de creer, Amy -declaró-. Siempre has estado muy segura de lo que querías.

-¿Eso crees? -preguntó ella, con una actitud y una ferocidad que fue incapaz de reprimir.

-Sí, eso creo -afirmó él, con voz serena.

-Quizá no deberías estar tan seguro sobre mi seguridad, Nicky -dijo ella, sin entonación alguna en sus palabras.

Nicky estaba de rodillas detrás de Amy, pero al oír aquellas palabras, supo que tenía que verla a los ojos. Llegaban a una parte de ella en la que nunca había estado, y necesitaba encontrar alguna respuesta en la expresión de sus ojos.

-Si no estás segura, dime qué te pasa -dijo él.

Amy lo odió en ese momento. No, más bien se odió a sí misma.

-Amy -Nicky la sujetó por los hombros-. Dímelo, por favor -la sacudió levemente-. Dímelo, amor, por favor.

Fue la palabra cariñosa la que pudo con ella.

-Tengo miedo -explotó.

Era lo último que Nicky esperaba oír.

-¿Miedo? -repitió-. Dios del cielo, Amy, ¿de qué?

-De no ser lo bastante buena -exclamó, por fin, y en los ojos de Nicky brilló una expresión de total perplejidad-. Oh, tú no lo entiendes

-Pues ayúdame.

-Para ti siempre ha sido fácil -casi gritó ella-. Hasta cuando eras el más bajito de la clase, todo el mundo te respetaba, y te querían. Es verdad,Nicky -exclamó, sin dejarle protestar-. Incluso ahora. Oh, no estoy diciendo que te lo hayan servido todo en bandeja. Sé que has trabajado mucho y te mereces todo lo que tienes. Todo. Pero para ti no es tan importante como para mí. Puedes ser tú, y es suficiente. Por dentro y por fuera,pero yo... -su voz se quebró pero se obligó a continuar-. Yo tengo que hacer que la gente me quiera, Nicky. Hacer que...me quieran. Y la única manera que sé hacerlo es trabajando, trabajando, e intentándolo una y otra vez. Me siento como una idiota...

-Amy -Nicky estaba muy afectado por aquella explosión. Parte lo entendía por experiencia personal. Sabía lo que era sentirse impulsado a correr hasta caer desfallecido, sólo para darse cuenta de que no llegaba a ninguna parte-. Amy, amor mío, el amor...no se gana.

-Sí, sí se gana -protestó ella, apretándose los puños contra el pecho. Estaba temblando como una hoja.

-Amy, Amy, por favor, escúchame -dijo él, apartándole las manos apretadas-. Yo no me enamoré de tí porque fueras la más lista de la clase, ni porque ganaras premios. Y no sigo estando enamorado de ti porque tengas uno de los mejores puestos de una de las mejores consultorías del país.

-¿Cómo puedo estar segura? -Amy no podía creerlo.

-Porque lo sé.

-Pero importan, ¿verdad? Todas esas cosas importan, ¿no?

-Amy,lo que haces no es lo que eres.

-Sí, sí lo es. Y no era suficiente -le temblaba la voz, de rabia, e dolor, de incertidumbre-. Lo sé, siempre lo he sabido. Hasta mi pa...mi pa... -calló de súbito.

Nicky deseó abofetearse. ¿Cómo podía haber asegurado ama a aquella mujer y ser tan ciego ante sus debilidades? Sin su complicidad, Amy nunca habría logrado ocultarle la verdad.

-¿Tú padre qué?

Amy sacudió la cabeza, negándose a responder.

-¿Tú padre qué? -repitió Nicky-. ¿Fue él quien te hizo creer que no eras lo bastante buena? ¿El que te dijo que el amor se tiene que ganar?

Amy clavó los ojos en el rostro masculino, pero en realidad lo que estaba viendo era su propio pasado. Si le había confesado el resto, ¿por qué no aquello?

-Me acuerdo que una vez...volví a casa con un noventa y seis en mi examen -empezó, lentamente-. Era la mejor nota de la clase, y yo pensaba, esperaba, que mi padre se sintiera orgulloso de mí, que me abrazaría y me diría que era maravillosa. Pero se quedó mirando un rato el largo examen y después dijo: "¿Un noventa y seis, Amy? Eso significa un cuatro por ciento de error. ¿Qué...qué te parecería si te operara un cirujano con un cuatro por ciento de error?"

Las lágrimas le rodaban por las mejillas, y giró la cara para secarlas. No quería que Nicky la viera llorar. Las pocas ocasiones que había llorado durante su matrimonio fue en la ducha, para evitar que Nicky la viera.

-La única vez que te he visto llorar fue la primera vez que hicimos el amor -dijo él, con la voz enroquecida-. Y esa noche tú también me viste llorar. Lloré por lo que sentía por ti, Amy. Lo que aún siento. Lo que sentiré siempre.

Amy negó con la cabeza. Estaba atrapada en la jaula que estuvo construyendo y fortaleciendo durante treinta y cuatro años y de la que no podía salir.

-Es demasiado tarde.

No. Ese era el miedo que Nicky confesó a Shane Filan: que fuera demasiado tarde. Las palabras resonaron en su mente como una campanada de muerte.

-No, Amy...

-Sí -exclamó ella-. Tengo que irme -añadió-. A la casa de ...mi padre. Quiero estar sola...y pensar.

-No, no te vayas, Amy. Quédate. Quédate conmigo.

Amy había necesitado tanto oír aquellas palabras, pero ahora que Nicky las pronunciaba...

-¿Quedarme y hacer...qué?

Nicky la acarició los brazos con las palmas de las manos y después le tomó las manos, se las llevó a los labios y las besó. Amy tembló.

-Lo que tú quieras, amor mío.

Amy intentó esbozar una sonrisa, pero por la expresión angustiada de Nicky supo que había fracasado estrepitosamente.

-Ya te lo he dicho, Nicky -le dijo-. No sé lo que quiero.
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeLun Ago 26, 2019 5:37 pm

Capitulo Treinta y uno


El teléfono estaba sonando cuando Amy llegó a casa de su padre veinte minutos después, y por un momento pensó en no contestar.

Pero en el fondo sabía que no iba a parar de sonar, y que si paraba, continuaría poco después. Lo sabía con la misma certeza que sabía que era Nicky quien la llamaba.

-¿N-Nicky?

-Quería asegurarme de que llegaste bien a casa, Amy.

-He llegado -dijo que estaba en casa, sí, pero no bien.

-Me dijiste que podías arreglártelas sola -dijo él-. Yo siempre lo he creído, Amy.

-¿Sí? -ella no, y por eso tenía que seguir demostrándolo, una y otra vez. Amy la Capaz, Amy la Independiente, Amy... la mujer que tenía unas necesidades que había ocultado tan profunda y concienzudamente, que tenía miedo de admitirlas.

-Sí -afirmó él-. Amy, te he dejado ir -continuó él-, porque me dijiste que era lo que necesitabas. Pero...no puedo dejarte sola. Amy, por favor.

-No -Amy lo interrumpió antes de que expresara la súplica devastadora-. Necesito...estar sola, Nicky. Estar conmigo...para pensar, para tomar una decisión.

Al otro lado de la línea se hizo un silencio.

-Si decides volver a Londres, ¿me lo dirás? -preguntó él por fin-. ¿Antes de que te vayas?

La pregunta atravesó el corazón de Amy como una afiladísima daga.
¿Cómo podía preguntarle aquello? ¿Acaso no sabía lo mucho que lo necesitaba? ¿Lo que significaba para ella?

"No", pensó con dolor. "Puede que no lo sepa. En este momento ni siquiera yo me conozco. ¿Cómo puedo esperar que me conozca él?"

-Te lo diré, Nicky -dijo ella-. Te lo diré...todo.

-Cara a cara, Amy. Me lo tienes que decir cara a cara. Aunque "todo" no sea más que adiós.

Amy se llevó la mano a la garganta. Se estaba ahogando.

-Sí -fue todo lo que pudo responder en ese momento.

-Te quiero, Amy. Te quiero a ti. Por favor, cree eso.

-Quiero...creerlo, Nicky. De verdad.

Amy colgó el teléfono antes de romper a llorar desconsolada. Lloró sin contenerse, dejando salir los sollozos que había reprimido durante tantos años y sin saber cuánto tiempo pasó así. Más tarde, cuando ya atardecía, subió al cuarto de baño, se metió bajo el chorro de agua caliente de la ducha y continuó llorando de dolor, sufrimiento confusión.

Tampoco recordaba haber cerrado la ducha y haberse secado. La única imagen que tenía en la memoria, era estar inclinada sobre el lavabo, vomitando. Cuando al fin alzó la cabeza, se vio la cara reflejada en el espejo del armario de los medicamentos y sintió de nuevo ganas de vomitar.

Por fin, cuando no le quedaba nada en el cuerpo, ni una sola lágrima por derramar, fue a su dormitorio. Nunca supo que Nicky soñara con su habitación. Nunca supo muchas cosas, mas ahora las sabía, y aunque no se podía retroceder en el tiempo, como le dijo a su amiga Naomi repitiendo las palabras que le había dicho antes Nicky, tenía que haber alguna forma...alguna manera...

"Solo si logro saber qué hice mal y logró arreglarlo", le había dicho a Naomi.

Se desplomó sobre la cama. La estrecha cama virginal en la que tantas veces soñó con Nicky. Pero él no lo sabía. No lo sabía porque ella nunca se lo dijo. No se lo comentó porque tenía miedo.
Hoy le había confesado sus temores,los miedos y las verdades que la destruirían si los admitiera ante cualquier otro ser humano.

Sin embargo, a Nicky no le parecieron tan terribles. De hecho, en lugar de rechazarla o acusarla de ser un fraude, le recordó uno de los momentos más bellos que habían compartido. Le recordó la noche que lloraron juntos, de amor y alegría.

Y después de eso le pidió que se quedara con él, incluso después de haberle confesado la terrible verdad, y le dijo que la amaba. Que la amaba.
Se lo dijo así; que se quedara a su lado y que la amaba.

***

Nicky bebió del segundo whisky que tomaba desde su infarto. El primero lo tomó unos minutos antes. No iba a emborracharse, ya había completado la cuota de equivocaciones que le correspondía. Lo único que quería, era adormecer la angustia que sentía.

Estaba sentado en las escaleras del porche. Era después de media noche y la idea de que existía la posibilidad de que Amy nunca compartiera con él aquella casa en la que dejó su presencia en cada rincón, lo estaba matando por momentos.

"¿Por qué no me lo dijo?" ¿Por qué no me di cuenta?"

Nicky cerró los ojos y repasó las pistas que Amy iba dejando, inconscientemente, y que él fuese incapaz de ver y entender. Después del infarto se consideró un hombre nuevo y creyó haber visto todos los errores cometidos. También se creyó capaz de saber cómo corregirlos él solo. ¿Cómo pudo ser tan presuntuoso?

La verdad era que la quería. La verdad era que la había herido sin quererlo, pero aquel día, al ver llorar a Amy por segunda vez en su vida, supo que hay formas de amor que ni siquiera sabía que existían.

La amaba y la había herido. El hecho de que esa no hubiera sido su intención, no importaba. Una vez se dijo que no era tan arrogante como para creer que él era la única causa de los problemas de Amy, ni la única cura. Se había mentido. Había sido mucho más que arrogante.
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeMar Ago 27, 2019 10:54 am

Capitulo Treinta y dos

Amy se despertó poco después de las diez. Lentamente se incorporó. Se sentía... extraña. Estaba como mareada, como si acabara de salir del delirio de una fiebre alta. Había estado soñando, con Nicky. Y en los sueños le dijo que lo amaba.
Nunca se había cuestionado sus sentimientos hacia él. Ni siquiera en los momentos en que dudaba de todo lo demás. Pero sí dudó de los sentimientos que Nicky por ella. No siempre. No conscientemente. Y no por nada que él hubiera hecho. No, las dudas eran suyas. Dudaba de él porque dudaba de sí misma.

-No es bastante, ¿Verdad, Nicky? -exclamó llorando en voz alta-. No, no lo es. Lo sé, siempre lo he sabido. No soy lo bastante buena.

¿Cómo lo sabía?, se preguntó en silencio. ¿Por qué estaba tan segura? ¿Porque su padre se lo dijo? Su padre nunca se sintió satisfecho con ella. Siempre encontró razones para criticarla, sí, pero, por el amor de Dios, era una mujer de treinta y tres años, no una niña. ¿No era hora de que empezara a juzgarse según su propia escala de valores?
Si alguien hiciera las cosas que ella logró, le había dicho su amiga Naomi, pensaría que eran maravillosas, pero como era ella, pensaba que no eran para tanto.
Lo que haces no es lo que eres, le dijo Nicky.
Pero, ¿quién era ella?

Era Amy Anne Hilliard, la mujer que amaba a Nicholas Bernard Adam James Byrne.
Y también era la mujer que, por fin, estaba lista para admitir que sabía exactamente lo que quería, necesitaba, y se merecía.


***

Diga? -Nicky contestó su celular

-¿Nicky? -era la voz de su padre.

-Hola, papá -dijo Nicky tras unos segundos, saliendo de un profundo sueño-. ¿Qué ocurre?

-Te has olvidado -no era una pregunta.

-¿Olvi?... -empezó Nicky, pero de súbito se interrumpió al recordar la conversación que mantuvo con su padre hacía diez días-. La reunión con Hardy y Peterson. ¡Maldita sea! Era hoy, ¿verdad?

-Tienes que estar en mi despacho dentro de cuarenta y cinco minutos -afirmó su padre-. Están ansiosos por conocerte. Quieren asegurarse de que mi hijo es tan buen abogado como yo aseguro.

-Papá...

-Lo sé, lo sé. No importa. Me doy cuenta de que tienes muchas cosas en la cabeza. Si te das prisa, podrás llegar a tiempo. Pero no pises demasiado el acelerador. ¿Te acuerdas de aquel amigo tuyo. Bryan McFadden? Bueno, es...

-Ya lo sé, oficial de policía -lo interrumpió Nicky-. Amy y yo tuvimos oportunidad de enterarnos la otra noche.

-¿Te puso una multa? Por ir a cincuenta y cinco en una zona de cincuenta, ¿no?

-No exactamente, pero nos dejó en claro quién es la autoridad.

-¿Sólo eso? Hijo, debes ser mejor abogado de lo que pensaba -rió el padre-. A propósito, hablando de Amy. ¿Crees que le interesaría venir a la reunión? Le mencioné a Max Peterson que estaba aquí y, como conoce bien su reputación, le interesaría...

-¡Papá! -lo interrumpió Nicky-. No le habrás dicho nada sobre nosotros, ¿verdad?

-No, claro que no. Pero pensé que con la experiencia de Amy y la clase de inversiones de Max... bueno, no importa. Oye, hijo, ya le has dicho a Amy la verdad, ¿no?

-No, papá, aún no lo he hecho. Y no digas nada. Ya la estoy pasando bastante mal. La verdad es que Amy puede volver a Londres, y si lo hace, pienso ir con ella.

Se hizo un largo silencio al otro lado de la línea.

-¿Significa que no te vas a asociar conmigo?

-Digo que es una posibilidad. Lo...siento, papá.

-No lo sientas, hijo. Ya sabes lo que pensamos tu madre y yo, y lo que más nos gustaría es que Amy y tú se reconciliaran -le aseguró su padre-. Respecto a la reunión...

-Te dije que iría e iré -dijo él, adelantándose a lo que su padre iba a decir.

-Gracias, Nicky. Ah, otra cosa. Tu madre quiere que dejes una llave debajo del tapete. Va a pasar por tu casa con un par de cajas con tus cosas.

Nicky intentó localizar a Amy por teléfono, pero no contestaba. Cuando vio que no podía retrasarse más, dejó una nota clavada con una tachuela en la puerta de su casa.

Amy. No te vayas..Quédate. Te necesito. Te deseo. Te quiero. A ti. Por favor. Tuyo, Nicky.


***

Amy vio la nota en cuanto empezó a subir las escaleras del porche, al instante reconoció la letra. La puerta se abrió de improviso y Amy dio un salto.

-¡Y-Yvonne! -exclamó, recuperando el equilibrio.

-¡Amy, querida! ¡Cuanto me alegro de volver a verte! Estaba dejando unas cajas para Nicky.

-¿No está aquí?

-Oh, volverá en seguida -le aseguró Yvonne Byrne-. Está en el despacho de su pa... -se interrumpió al ver la expresión de Amy-. Ha ocurrido algo, ¿verdad? Tu aspecto... estás... no sé, mucho más llena de vida, hija. El cambio es casi indescriptible, Amy.

Sí, algo había ocurrido, pero Amy quería que Nicky fuera el primero en saberlo.

-¡Vuelves a Dublín! -exclamó Yvonne y la abrazó-. ¡Oh, no sabes cuánto me alegro! Espero que no castigues a mi hijo por haber tardado tanto en contarte la verdad. -Continuó

-¿Contarme... la verdad? -repitó Amy, sin entender la frase de Yvonne.

-Claro que tienes todo el derecho a estar furiosa -confirmó la mujer, sin oír la pregunta de Amy-. ¿Te gusta la casa? Tengo que confesar que he estado husmeando un poco y no puedo creer lo mucho que ha cambiado. Dios mío, cuando Nicky me la enseñó al principio y me dijo que quería vivir aquí contigo, pensé que tenía que sufrir alguna lesión cerebral, no sólo un ataque al corazón! Y hay otra cosa, Amy, yo le supliqué que te lo dijera...¡Amy? ¡Amy! ¿Que te?... ¿Quieres decir que no te había contado nada?
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeMar Ago 27, 2019 11:03 am

Capitulo Treinta y tres

Nicky no estaba seguro de qué iba a encontrar cuando llegara a la casa de los Hilliard, pero sabía que, fuera lo que fuera, no sería agradable.

Tan pronto como vio que la reunión en el despacho de su padre iba hacia temas personales, se excusó y fue a llamar a Amy, pero no obtuvo respuesta en su celular. Colgó el teléfono y marcó el número de su casa, con la esperanza de encontrarla allí. Sin embargo, la voz que respondió fue la de su madre.

Yvonne Byrne estaba histérica, como Nicky no había oído nunca, y no le costó mucho adivinar qué sucedió. Amy lo sabía todo. Todo excepto sus razones, claro. Y él no había llegado a comprender aquellas razones hasta la noche anterior.

Nicky aseguró a su madre que la culpa no era de ella, sino de él y después de colgar fue por el coche y se dirigió a casa de Amy.

La puerta estaba entreabierta, y Nicky entró. No tuvo que llamar a Amy. Estaba allí en medio del vestíbulo, sujetando una de las asas de la pesada maleta. Pero el asa se había roto, y la maleta estaba en el suelo, abierta, y su contenido se desparramó por el suelo de madera.

-Me prometiste hablar conmigo cara a cara antes de irte, Amy -dijo él, avanzando hacia ella.

Pálida como una hoja de papel, Amy dejó caer el asa de la maleta y dio un paso hacia atrás. No quería que Nicky se acercara a ella. Por la expresión de su rostro se dio cuenta de que Nicky había hablado con su madre.

-Te mentí -respondió ella, seca-. Igual que tú.

-No te he mentido, Amy -dijo él, deteniéndose a un metro de distancia. Sus instintos le dijeron que Amy no lo dejaría acercarse más.

Amy apretó los puños e intentó contener el temblor que se apoderaba de ella.

-¿Por qué no me lo dijiste, Nicky? -preguntó, con rabia-. ¿Por qué no me lo dijiste?

-No te lo dije -respondió él, cumpliendo por fin la promesa que rompió cada día desde la llegada de Amy-, porque he sido un arrogante idiota que pensó que había visto todos los problemas y que sabía cómo corregirlos para asegurarse de que la mujer que ama y él pudieran vivir juntos y felices para siempre -dijo, con salvaje precisión-. Y otra razón -añadió, viendo las lágrimas que llenaban los ojos de Amy-, es que tenía, tengo miedo.

La reacción de Amy fue casi idéntica a la de él el día anterior, al oír su confesión.

-¿Miedo? ¿De qué tienes miedo?

-De mucho más cosas de las que estoy dispuesto a admitir -respondió él-. Pero el peor de todos es el temor a que para ti el trabajo sea más importante que yo.Miedo de que, si tuvieras que elegir entre los dos, no me eligieras a mí.

Amy no podía creer lo que estaba oyendo. ¡Dios del cielo, Naomi tenía razón! ¡Tenía razón!

-¿Por eso... -preguntó vacilante-, por eso no sugeriste la posibilidad de que rechazara la oferta de trabajo en Londres? ¿Porque pensaste que era más importante que tú?

Nicky asintió.

-Y cuando...sufriste el infarto...?

-En parte fue por orgullo -confesó él, pasándose una mano por los cabellos-. No quería que me vieras en aquellas condiciones, Amy. Estaba tan débil. Tan indefenso.

-Oh, Nicky.

-Pero la principal razón era miedo.

-¿Miedo? -preguntó ella, con la voz enroquecida, dando un paso hacia él-. ¿A qué no acudiera a tu lado, Nicky?

Darse cuenta de que esa era la idea que Nicky se había formado de ella era terrible, pero saber que le dio motivos para hacerlo, era devastador.

Nicky no dijo nada. En aquel momento no podía.

-Lo presentí -continuó ella, con voz teñida de angustia-. El infarto -había sacado los detalles suficientes a su madre como para solucionar el rompecabezas-. En el momento en que lo tuviste, me desperté en Tokio, aterrorizada, sintiendo que algo me oprimía el pecho. Y tuve el terrible convencimiento de que te había pasado algo.

-No lo sabía .susurró-. Amy, yo no... -de repente se acordó de algo-. ¿Por eso llamaste a Margaret al despacho?

Ahora le tocó el turno de asentir a Amy.

-Margaret no sabía nada del infarto, pero me dijo que no parecías la misma, que estabas nerviosa. Y después...

-Después le dijiste, igual que a tus padres, que no me dijera nada. ¿Por qué no hiciste que me avisaran, Nicky?

-Estabas al otro lado del mundo.

-Podía haber tomado un avión.

-Tu no podías hacer nada.

-¿Nada? -Amy casi se atragantó con la mayor verdad del universo-. No era por eso, ¿verdad, Nicky? Era porque temiste que si me llamabas, aunque estuvieras muy enfermo, yo me quedaría en Tokio.

-Estabas a punto de cerrar el mayor negocio de tu carrera, Amy. La noche que nos vimos en Belfast no paraste de hablar de ello. ¿Cómo iba a ?...

-¿Negocio? -a Amy se le quebró la voz-. ¡Por el amor de Dios, Nicky! Tú estabas enfermo y me necesitabas.

-Te necesitaba antes del ataque del corazón, Amy -respondió él-. Y no estabas conmigo tampoco. Y también hubo muchas veces que tú me necesitaste y yo no estuve a tu lado -la vio negar con la cabeza y repitió lo que acababa de decir. No le cabía la menor duda-. Sí, amor, es verdad, si yo hubiera estado a tu lado, tú no habrías terminado llorando por no ser lo bastante buena, dijera lo que dijera tu padre.

Se hizo un silencio y por primera vez, Amy tuvo la sensación de que las cosas estaban poniéndose poco a poco en su sitio.

-¿No te das cuenta, Amy? Nos encontramos en cuarto grado -dijo él, con intensidad, mirándola intensamente a los ojos-. ¡Cuarto grado! Pasamos de amigos a amantes y de amantes a esposos. Fue maravilloso, si, y tan fácil que no tuvimos que trabajar en ello e invertimos todas nuestras energías en levantar una carrera profesional, en llegar a la cima. Estábamos tan ocupados, que dejamos que el amor se nos escapara de las manos.

-No es lo que hicimos -dijo ella, entendiéndolo todo-. Es lo que no hicimos. Fuimos negligentes con nuestra relación.

-Pero tú y yo... nuestro amor, necesita muchos cuidados, mucho trabajo, y te aseguro, Amy -dijo él, tomándole las manos-, que merece la pena.

Se inclinó sobre ella y le acarició los labios con la boca, muy suavemente al principio, intensificando el beso después. Amy le rodeó el cuello con los brazos y se pegó a él, moviéndose contra su cuerpo. Nicky acarició el contorno del cuerpo femenino y le besó los labios, la mejilla, la oreja.

-¿Qué es lo que quieres, Amy? -le preguntó.

-Te quiero a ti -dijo ella, echando la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.-. Quiero que estemos juntos, quiero volver a ser tu esposa. ¿Y tú, qué quieres?

-Te quiero a ti, Amy -respondió él-. Quiero que estemos juntos, quiero volver a ser tu marido -le acarició la espalda con los dedos-. Podemos estar juntos donde quieras, amor. No tiene que ser Dublín, si quieres, puede ser en Londres.

Amy se puso de puntillas y lo besó en los labios.

-¿Para qué voy a querer ir a Londres? -preguntó-. Es una ciudad que nunca me ha gustado demasiado. Además, ya no trabajo allí -añadió, sonriendo.

-¿Qué?

Amy repitió lo que acababa de decir, y añadió:

-Llamé a Chaz esta mañana y le he dicho que dejaba mi trabajo porque me iba a vivir a Dublín con el hombre que amo.

Amy le ofreció la boca y Nicky se encargó de besarla como se merecía.

-¿No me dijiste que solías soñar con mi habitación? -preguntó ella después.

Nicky asintió lentamente.

-Yo solía soñar despierta en mi habitación.

-¿Oh, de verdad? ¿Y sobre qué?

-¿Por qué no subes y lo averiguas?
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MensajeTema: Re: Tiempo para el amor   Tiempo para el amor - Página 2 I_icon_minitimeMar Ago 27, 2019 11:07 am

Capitulo Treinta y cuatro


Amy desnudó a Nicky lentamente y con dedos temblorosos. Entre besos él hizo lo mismo con ella. Después Nicky la rodeó con los brazos y tomó lo que se le ofrecía. Sin separar las bocas, Amy deslizó las manos por el torso masculino mientras él recorría la cintura, la curva de las caderas, y más abajo.

-Amy... Amy...

-Nicky... Nicky...

-¿Has soñado alguna vez con esto? -le susurró al oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja.

-U-na vez... o d-dos -respondió ella, casi sin voz.

Nicky movió la mano un par de centímetros y Amy se estremeció de placer.

-¿Y eso?

-Oh -el cuerpo de Amy se retorció de placer y sus uñas se clavaron en los hombros masculinos-. Nicky, por favor.

Nicky la alzó en brazos y la depositó en la cama. Se tendió junto a ella y la acarició seductor con las puntas de los dedos. Amy gimió y se apretó contra él.
Los problemas del pasado habían sido exorcizados y las promesas del futuro se abrían para ellos. Pero en aquel momento, sólo importaba el presente.

-Te... quiero -susurró él

-Y yo a ti.

La cama era pequeña y la habitación se balanceó a su alrededor en el momento en que sus cuerpos se unieron con intimidad. Gimiendo de pasión, Amy se rindió a las sensaciones que Nicky despertaba en ella. Se estremeció y se arqueó contra él, moviendo las caderas, balanceándose en el filo del dolor y del placer.

-Amor...

-Amor...

La realidad se disolvió y el tiempo desapareció, y pasó mucho rato antes que se dieran cuenta de que se habían caído de la cama.



********


-¿Nicky?

-¿Sí, cariño?

-¿Llegaste a imaginar alguna vez lo que acaba de ocurrir?

-¿Te refieres a hacerte el amor apasionadamente en el suelo y después de haber caído en tu habitación?

Amy soltó una risita y asintió.

-La parte de hacerte el amor apasionadamente sí, muchas veces, pero el resto, no que me acuerde -contestó él, sin dejar de acariciarle los senos-. ¿Y tú? -preguntó después de un rato.

-N-no -Amy sacudió la cabeza, no tanto para negar, sino debido a las oleadas de placer que la lengua de él estaba provocando-. Mis fantasías no eran... ¡Oh, Nicky!

Amy cerró los ojos y dejó que su mente vagara hacia el pasado. Ahora lo entendía todo. Todo, sí, excepto quizá una docena de rosas...

-No me lo dijiste -dijo.

-¿Nunca te dije qué?

-Por qué me enviaste una docena de rosas cuando fui a Dublin. Dijiste algo sobre querer corregir errores del pasado -le recordó ella.

Nicky sonrió y asintió.

-¿Recuerdas la vez que, por tu cumpleaños, te mandé una docena de rosas rojas?

Amy frunció el ceño. Sí lo recordaba, y también recordó que en aquella ocasión pensó que Nicky debía de estar saliendo con otra mujer a la que le gustaban las rosas rojas.

-¿No te extrañó?

-Pensé -dijo ella-, que no habías encontrado rosas rosas.

-No exactamente. Estaba en viaje de negocios, y ya por la tarde me acordé que era tu cumpleaños. Por eso llamé a mi secretaria y le dije que te mandara una docena de rosas, sin especificar el color, y yo me dije a mi mismo que no tenía tiempo para hacerlo personalmente.

Nicky le acarició tiernamente el pelo.

-Ni siquiera me acuerdo en qué cuidad estaba. Y después del infarto, al repasar mi vida anterior, aquel episodio se convirtió en el símbolo de todos los errores de nuestra relación. Te envié las rosas rosas a Dublín para disculparme, y también para decirte que en el futuro encontraría siempre tiempo para las cosas importantes.

Amy alzó la cara para mirarlo.

-¿Y cuales va a ser las cosas importantes de nuestro futuro?

Nicky sonrió.

-Ya lo sabes.

-Lo sé -dijo ella-, pero quiero oírtelo decir. Nicky, por favor.

-Lo más importante es que vamos a ser tú y yo. Los dos.

-Y nuestro amor.

-Oh, si. Pase lo que pase, siempre encontraremos tiempo para el amor....


FIN
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