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  El precio de la Victoria [+18]

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shyni
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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:02 pm

CAPITULO 24

Llovió sin cesar durante dos días, cuarenta y ocho interminables horas que tuvieron que tolerar el clima que obligaba a permanecer dentro de la casa y soportar su mutuo estado de ánimo alterado, el espectro de su frustado acto amoroso...al cual los dos querían restarle importancia, sin lograrlo...y un deseo tan tenaz como el inclemente tiempo.

Casi no hablaban a la hora de las comidas, porque cuando lo hacían, sus conversaciones invariablemente terminaban en discusiones. Una tarde, para pasar el tiempo, Stephanie fue al pueblo a comprar lo necesario para preparar una cena especial y lucir sus habilidades. Pero resultó que esa fue la noche que Nicky decidió trabajar sin hacer una pausa para cenar, y le pidió que le llevara un plato al comedor. Después de pasar horas en la cocina preparando la suntuosa cena, su simple petición equivalía a una declaración de guerra. Desde la puerta le dijo que él mismo preparara su maldita cena y que después podía irse directo al infierno. Y después hubo otra discusión por el baño.

-Te suplico que no dejes las toallas mojadas en el suelo -le pidió ella, mordaz.

-No lo haría si tú no colgaras toda tu ropa de los toalleros y del tubo de la cortina -le dio un manotazo a la ropa interior húmeda que colgaba sobre la bañera.

-¿Dónde se supone que la debo colgar con este tiempo tan húmedo?

-¿Alguna vez has oído hablar de las secadoras de ropa?

-No puedo meter mi ropa interior en la secadora.

Su incrédula respuesta no pareció tener sentido para él. Con un gruñido y una maldición, salió enfurecido del baño.

-No te haría daño afeitarte -le gritó ella.

-¿Qué puede importante eso?

Y así siguieron las cosas hasta que al fin dejó de llover pasada la mañana del tercer día; una hora después salió el sol. Los charcos delpatio se evaporaron y el ambiente era tan húmedo, como en una isla de los Mares del sur. Stephanie se aventuró a salir para inspeccionar sus maltrechos arriates. Las nuevas plantas yacían entre el fango,pero confiaba en que revivirían con más horas de sol.

-¿Se encuentran en estado crítico?

Nicky salió a la terraza, vestido con su atuendo acostumbrado...pantalón corto. La única variación de un día a otro el el color. Ya no parecía importarle su pierna cubierta de cicatrices, y la mayor parte del tiempo prescindía de la camisa y los zapatos. Entrelazó las manos y volviendo las palmas hacia fuera, estiró los brazos hacia lo lato.

-Creo que sobrevivirán -respondió Stephanie desviando la mirada de la línea de vello oscuro que se estrechaba hacia la cintura.

-Creo que tengo juanetes en el trasero por estar sentado tanto tiempo -bajó los brazos y se frotó son aire ausente esa parte de su espléndida anatomía-. ¿Quieres jugar al tenis esta tarde?

Ninguna sugerencia le habría parecido tan buena. Necesitaba con urgencia un partido reñido para aliviar su frustración. Quizá entonces no sentiría que la piel se le encogía, haciendo que todo en el interior de su cuerpo se sintiera tenso y apretado.

-Por supuesto -respondió-. Sólo dime cuándo.

-Tan pronto como nos pongamos la ropa adecuada.

-Y tan pronto como te afeites.

-Pones unas condiciones muy difíciles -se frotó la mejilla cubierta por la barba, pero ella se mantuvo firme y sonriendo burlón, él aceptó-. Bien, de acuerdo, me afeitaré.

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shyni
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shyni



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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:08 pm

CAPITULO 25

-Quince, cuarenta.

-Ya sé cuál es la anotación -murmuró Stephanie rebotando la pelota y preparándose para su siguiente servicio.

-Lo siento -dijo Nicky llevándose la mano a la oreja-. No te he oído.

-He dicho que gracias, que sé cuál es el marcador -repitió ella, y rechinando los dientes blandió la raqueta y golpeó la pelota justo en el ángulo correcto, dándole la cantidad adecuada de efecto.

Nicjy no podría devolverla. Pero lo hizo y con mucha facilidad. Y puesto que ella no esperaba que lo hiciera, la sorprendió y no logró llegar a tiempo a la esquina de la cancha, fallando por una gran distancia.

-En mi favor -exclamó él animado-. Eso significa cinco a cuatro, y me toca servir. Y cambiamos de cancha.

-Conozco las reglas, Byrne -destapó la botella con agua que llevaba y se lo llevó a los labios.

El había ganado el primer juego y ella apenas logró ganar en el segundo.
Con ese juego, Nicky podía ganar el partido y la posibilidad le parecía insoportable.
Era un ganador pagado de si mismo que disfrutaba derrotarla. Lo hacía con toda dulzura, pero ella desconfiaba de esa cándida sonrisa y muchas veces durante el partido sintió ganas de abofetear su recién afeitada cara para hacerla desaparecer. Se secó el rostro con una toalla y secó el mango de su raqueta antes de volver a la cancha.

-No tenemos prisa -declaró él desde la línea de saque, donde estaba practicando-. Si necesitas descansar, puedes hacerlo.

-Sigue jugando -dijo ella rechinando los dientes.

-De acuerdo.

El lanzó la pelota como un aficionado de primera, así que su servicio fue alto y la pelota flotó en el aire con la calculada precisión de una patada de futbol bien ejecutada. Stephanie tuvo que retroceder casi hasta la valla, lo que destruyó el ritmo correcto de su golpe derecho.

-Quince, querida -se rió Nicky entre dientes.

-¿Qué diablos fue eso? -Stephanie arrojó al suelo la raqueta.

-Un golpe errado.

-Me refiero a tu servicio, Byrne -se enfureció ella.

-¿Qué dices? -extendió los brazos con un gesto de inocencia-. Pareces un poco cansada, no te concentras en tu juego y quise facilitarte las cosas.

-No me hagas ningún favor, ¿quieres?

-De acuerdo -en voz baja,pero lo bastante alta para que ella escuchara, murmuró-. Vaya, y yo que pensé que Serena Williams era temperamental cuando su juego era una porquería.

Stephanie trató de ignorarlo y de olvidarse de su furia, sabiendo que era contraproducente. El lanzó un servicio bajo y ella lo devolvió con un revés. Disfrutaron un intercambio de tiros, pero Stephanie ganó el tanto cuando su bien lanzado golpe alto rebotó a los pies de Nicky.

-Empatados a quince -anunció con una dulce sonrisa.

-Buen golpe.

-Gracias.

Pensando que intentaría un golpe similar en el siguiente punto, se acercó demasiado pronto a la red. Nicky lanzó un largo revés hacia la esquina de la cancha y anunció satisfecho.

-Treinta, quince.

-Empatados a treinta -anunció ella alegre en su siguiente servicio. Y observó satisfecha que la sonrisa de Nicky no era tan satisfecha como antes. Le vio lanzar la pelota con la mandíbula apretada, vio retroceder su brazo y después hacer un arco hacia delante. Pero justo antes de darle a la pelota, él le dijo:

-Se te ha olvidado contonearte.

La pelota pasó zumbando a su lado como un proyectil, rebotó en la esquina de la cancha y fue a estrellarse contra la valla con un golpe fuerte. Stephanie se volvió hacia su complacido oponente, que inspeccionaba las cuerdas de su raqueta.

-¿Qué ha sido eso?

-Un servicio que no se puede devolver, algo que no te hacen con mucha frecuencia.

Se dirigió enfurecida hacia la red.

-Te diré algo que no me hacen. Nunca he jugado con nadie que inicie una conversación justo en el momento del servicio. Nadie que conozco recurriría a un truco tan sucio y fraudulento. Es decir, nadie excepto tú, ¿Y qué fue lo que dijiste? ¿Algo de contonearme?

-He dicho que se te olvidó contonearte.

-¿Quieres decirme qué significa eso? -preguntó llevándose las manos a las caderas.

-Vamos, Stephy, estamos solos y podemos ser francos -se inclinó hacia ella por encima de la red y le dirigió un guiño malicioso-. Me refería a ese ligero contoneo cada vez que ganas un tanto.

-No tengo la menor idea... -se quedó boquiabierta.

-Por supuesto que sí, siempre lo haces. Es para asegurarte de que todos los que te observan, ya sea desde las gradas o en televisión, se den cuenta de que acabas de hacer algo muy bien.

Stephanie necesitó toda su fuerza de voluntad para no rechinar los dientes.

-No tengo que quedarme aquí con este calor y escuchar tus insultos -con un gesto reflexivo se echó la trenza a la espalda. Nicky apuntó hacia ella con el mango de su raqueta, como un dedo acusador.

-Ese es otro.

-¿Otro qué?

-Otro de tus encantadores gestos. El de la trenza es para mostrar tu grado de frustración, ya sea contigo misma, con tu oponente o con el juez de línea.

-¿Gestos encantadores?

-Yo acuñe la frese para designar todas las poses a las que recurres para atraer la atención. Puesto que tu aspecto no tiene nada que ver con tu forma de jugar, eres muy astuta al emplear esa táctica.

Stephanie estaba demasiado furiosa para hablar. Si lo intentaba,sólo lograría balbucear incoherencias. Le dio la espalda y se dirigió hacia el automóvil.

-¿No vamos a terminar el partido?

-¡No!

-¿Te retiras en el tanto de la victoria?

-¡Sí!

-¿Por qué? ¿Acaso porque estoy a punto de derrotarte? -la desafió él siguiéndola de cerca-. No soportarías que te venciera, ¿verdad?

-Hoy ha sido un mal día para mí, tú mismo lo dijiste. Creo que es el calor, y además, hace muchos días que no practico.

-Tampoco yo -respondió él muy poco caritativo-. Y hace el mismo calor en mi lado de la cancha.

Stephanie arrojó su equipo en el asiento de atrás y subió al automóvil, azotando la puerta. El se sentó al volante y se concentró en conducir mientras ella permanecía a su lado, molesta y guardando un silencio hostil. La presión se había acumulado. Los dos se prepararon durante días para esa disputa. Erróneamente, Stephanie pensó que quedaría satisfecha con un buen estallido, como un medio de despejar el ambiente,pero estaba muy lejos de disfrutar, quizá porque definitivamente Nicky llevaba ventaja en la discusión.

-No hay nada de malo en poseer dotes teatrales.

Estaban a más de la mitad del camino de regreso a casa cuando él hizo ese comentario en apariencia inofensivo,pero eso bastó para que el temperamento de Stephanie estallara de súbito.

-No se llega a ser la mejor jugadora con gestos encantadores, señor Byrne.

-Cálmate. No le diré a nadie que te he derrotado.

-¡No lo has hecho!

-Sólo porque te has negado a terminar el partido, como la niña mimada que eres.

-Tú no estabas jugando al tenis -gritó ella-. Te anotaste esos puntos jugando mal, no bien. Querías burlarte de mí y del deporte; tu juego no tuvo nada que ver con el talento, la habilidad o la astucia -queriendo remachar el clavo, se volvió hacia él diciendo-. Y sucede lo mismo con lo que escribes.

Nicky detuvo brusco el automóvil frente a la casa.

-¿Qué diablos se supone que significa eso?

-Averígualo.

Dejando sus pertenencias en el automóvil, Stephanie se bajó y subió a toda prisa los escalones de la terraza. No habían cerrado la puerta del frente, así que entró y se dirigió a la escalera. Casi había llegado arriba cuando Nicky, subiendo de dos peldaños a la vez, la alcanzó y se apoderó de su trenza.

-¡Ay! Suéltame.

-Oh, no. No antes de que me expliques ese último sarcasmo acerca de lo que escribo. ¿A qué te refieres al decir que carezco de talento y habilidad, etcétera?

-No he dicho que careces de ello; solo que no hay evidencia de tus conocimientos en tu columna.

-Me gradué y poseo un título en periodismo, ¿lo recuerdas?

-Lo que escribes todos los días no es periodismo, son chismes -afirmó acalorada-. Cualquiera que tenga un complejo de inferioridad y un hacha podría escribir lo que tú escribes. Y también podría hacerlo cualquiera que quisiera evitar un verdadero trabajo, embriagándose cada noche y calificando eso de investigación. Para no mencionar tu afición a las faldas.

-No he tomado una sola copa desde que llegamos aquí. En cuanto a mi afición a las faldas... -le rodeó la cintura con un brazo y la acercó bruscamente a él-. Tampoco la he practicado desde que salí de Dublín.

-Déjame.

-De ninguna manera, querida. Me he ganado este beso.

Su boca se apoderó de los labios de Stephanie, que se resistió arqueando la espalda,pero eso sólo hizo que él la estrechara con más fuerza. Trató de liberar sus labios, pero él le sostuvo la barbilla con una mano y le sujetó la cabeza mientras su lengua sondeaba su boca repetidas veces. La agitada respiración de los dos se oía en la silenciosa casa y los sonidos de enérgico rechazo de Stephanie disminuyeron hasta convertirse en gemidos de deseo. Sus manos que trataban de alejarlo, ahora se aferraban a la húmeda camiseta de tenis de Nicky. Ladeó la cabeza para ofrecerle un mejor acceso a sus labios y su lengua se unió a la de él en ese preludio amoroso.

-¿Stephy? -de pronto él levantó la cabeza y la miró a los ojos.

-¿Qué?

Asió su mano,la deslizó por su cuerpo, y la oprimió contra él.

-No sería justo que iniciaras algo que no pretendes terminar, ¿no lo crees? -ella movió la cabeza y reflexiva apretó la rígida prueba de lo mucho que él la deseaba-. Oh, Dios -gimió y volvió a besarla.

La frustración acumulada hizo erupción en una explosión de deseo sexual y se abrazaron con fuerza. Sus besos eran carnales y voraces. Todavía abrazados, se dirigieron al dormitorio más cercano, el de Nicky. A ciegas, él buscó el interruptor del ventilador, que empezó a girar sobre sus cabezas, proyectando vacilantes sombras en las paredes mientras ellos se agachaban para quitarse los zapatos y los calcetines.

Después él se quitó la camiseta y Stephanie hizo lo mismo. Nicky buscó el broche del sostén y apartó las copas de encaje. La acarició brevemente, rozando sus pezones con las yemas de sus dedos y de inmediato se pusieron rígidos.

Con la mirada fija en ellos, se desabrochó el pantalón y lo dejó en el suelo. Stephanie se quitó el sostén y el pantalón corto mientras Nicky, con cierta dificultad y una mueca casi cómica, se quitaba los boxers.

Stephanie no se decidía a bajar la mirada, aunque deseaba hacerlo. Introdujo los pulgares en el elástico de sus calzones, pero tampoco de decidía a quitárselas y miró con una silenciosa suplica.

-Ya es suficiente por ahora -murmuró él tomándola de la mano para llevarla a la cama.

Se acostó y la atrajo encima de él. Después con su cabeza entre las manos,le dio un prolongado beso, introduciendo la lengua hasta lo más profundo de su boca y moviendo las piernas inquieto contra la de ella. Deslizó una rodilla entre los muslos de Stephanie hasta que quedó montado sobre ella. Con una mano, empezó a deslizarle el bikini por las caderas. Después la rodó en la cama hasta que terminó de quitárselas. Sus ojos la recorrieron hambrientos y sus manos rozaron la superficie de su cuerpo, acariciando sus senos, sus pezones, sus muslos.

-Stephy -murmuró con voz profunda antes de colocarse encima de ella y de sepultar la cara en el hueco de su hombro.

-¿Nicky?

-Sí, querida, ahora mismo.

-Tal vez deberías saber...

-Lo sé, pequeña. Créeme, lo sé.

-Soy virgen.

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shyni
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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:11 pm

CAPITULO 26

Nicky levantó de pronto la cabeza y sus ojos, hasta entonces nublados por la pasión, se enfocaron en ella.

-¿Eres qué?

Aun después de que ella reitiño las palabras, él se le quedó mirando con una evidente incredulidad. Se irguió poco a poco, rodándose de lado, y se sentó en el borde de la cama, dándole la espalda a ella.

-Oh, Dios, desearía no haber dejado de fumar.

Sepultó la cara entre las manos, clavando las yemas de los dedos en la cuencas de los ojos. Al fin la miró. Cohibida, ella se había cubierto con la colcha.

-¿Cómo terminaste siendo virgen? -ella lo miró desconcertada-. Lo diré de otra manera. ¿Cómo es que aún eres virgen?

-Quizá debiste terminar lo que empezaste en Estocolmo.

-¿Con Presley Foster cerca de mí? No, gracias. ¿Fue él quien ahuyentó a tus posibles amantes?

-Para hacerle justicia, no; fui yo. No abiertamente -añadió cuando él le dirigió una mirada curiosa-. Es sólo que nunca me tomé tiempo para dejar que nada se desarrollara. Los candidatos siempre ocupaban un segundo lugar después del tenis.

-El segundo lugar no es algo deseable o saludable para el ego de un hombre.

-Eso descubrí -nerviosa, se humedeció los labios-. No te lo habría dicho de haber sabido que eso te detendría.

-No habría llegado tan lejos si me lo hubieses dicho antes.

-¿Es eso tan importante?

-Si lo es, mucho -se rio él con una risa ronca.

-¿Por qué? No creo que eso te hubiera importado en Estocolmo.

-Quizá sí, quizá no. Pero en Estocolmo yo era muy joven y estúpido y ahora soy viejo y estúpido. Por lo menos, cuando eres joven y estúpido, tienes una excusa para serlo.

Stephanie cerró los ojos un instante, después estiró el brazo y apoyó la mano en el hombro desnudo de él.

-Por favor, Nicky, regresa a mi lado.

-No puedo asumir esa responsabilidad, Stephanie -dijo moviendo obstinado la cabeza y evitando mirarla.

-No incluye ninguna obligación.

-Pero están implícitas.

-No para mí.

-Pero sí para mí.

-Te lo suplico.

-Ya he dicho que no.

Ella dejó escapar un pequeño sollozo estrangulado y Nicky volvió la cabeza. Por lo visto, eso lo afectó de una forma que no lograban sus rabietas. Sintió que la resolución lo abandonaba y sus rasgos se suavizaron. Se acostó a su lado y la atrajo hacia él.

-No llores, Stephy, no lo hagas -típicamente un cínico en lo que se refería a las lágrimas femeninas, ahora la abrazó y la besó complacido.

Ella frotó la naríz en su pecho desnudo y apoyó la cara en el vello.

-Por favor, Nicky, hazme el amor mientras aún soy una mujer completa. Quiero que sea tú.

-¿Por qué?

-Tal vez por sentimentalismo. A pesar de que tú lo dudes, sé que habría sucedido en Estocolmo si Presley no lo hubiese impedido -le rozó el pezón con la punta de la lengua, deslizándola hábilmente y oprimió la mano en la carne ardiente.

-Oh,pequeña -gimió él, entrelazando los dedos en su pelo-. Detente.

-No quiero detenerme.

-Debes hacerlo, o ...

-Quiero ser una mujer completa una vez. Sólo una vez, Nicky, te lo suplico.

Cubrió el pecho con besos suaves, moviendo la cabeza de un lado a otro mientras descendía. Besó su vientre, que subía y bajaba rápido y sus labios trazaron la satinada franja de vello que se extendía y se hacía más densa y más áspera en la parte inferior de su cuerpo. Nicky se encontraba en un estado de agitación suprema y casi había llegado al punto donde no podría regresar cuando apretó los dedos alrededor de la cabeza de Stephanie y la levantó. La hizo recostarse de espaldas y se inclinó sobre ella.

-De acuerdo -jadeó sin aliento-, si tú estás segura.

-Absolutamente segura -él asintió sombrío. Riéndose, ella le acarició la comisura de la boca-. Tu ceño es mortal para mi ego. Podrías parecer un poco más feliz.

-Estoy preocupado.

-Te he dicho que no debes estarlo. No hay ningún compromiso.

-No es eso.

-¿Entonces qué? -abrió mucho los ojos y jadeó- Sí sabes cómo hacerlo, ¿verdad? -le preguntó burlona.

-Sí, sé cómo hacerlo -afirmó él con un cambio de intensidad-. Y la forma de hacerlo la primera vez no es violenta y rápida. Si sigues haciendo eso... -exhaló el aliento y movió la cabeza, como si quisiera despejarla-. Yo fijaré el ritmo. ¿Entiendes?

Ella asintió obediente, pero no estaba segura de mantener su promesa cuando la sangre corría por sus venas con una mezcla de deseo y curiosidad. Y tampoco estaba segura de que Nicky pudiera apegarse a su plan. Su respiración no era más calmada que la de ella y tenía la cara enrojecida por la excitación.

-Muy bien, bésame -le indicó con voz ronca-. Olvida todo lo que has oído acerca de la técnica. Bésame como crees que lo haría una "mala mujer" y los dos disfrutaremos mucho más.

Tomando su consejo como un reto. Stephanie enlazó los brazos alrededor de su cuello y le obligó a bajar la cabeza. La boca abierta de Nicky se posó sobre la suya y fue una fusión de pasiones. Sondeó con su lengua el húmedo calor de su boca, intriduciéndola y después retirándola, uniéndose a la lengua de ella, que después le devolvió el favor por lo visto a entera satisfacción de Nicky, pues gimió de placer y la atrajo más hacia el interior de su boca.

Nicky le acarició la espalda y después poco a poco apartó la colcha que estaba entre los dos, hasta que volvieron a encontrarse desnudos cara a cara. Stephanie sintió los muslos oprimidos contra los suyos. Sentía sus senos plenos contra el fuerte tórax y sus pezones anidados en el rubio vello.
Las sensaciones eran exquisitas. El contacto con su ruda masculinidad la hacía sentirse como toda una mujer y se preguntó cómo sobrevivió tanto tiempo sin estar familiarizada con el cuerpo de Nicky. En ese momento comprendió que estaba enamorada de su enemigo.

Su súplica de que le hiciera el amor nada tuvo que ver con lo sucedido en Estocolmo o con el sentimentalismo, ni con cualquier otra excusa que hubiese encontrado. Quería estar con Nicky, ser parte de él, totalmente, sin reservas ni inhibiciones. Era tan sencillo comoeso. Aun cuando en realidad no era nada sencillo, sino muy complejo. Demasiado complejo para pensar en ello mientras la boca de él se deslizaba por su cuello, Nicky se apoderó de un seno con la boca y succionó la punta con intensos movimientos urgentes que produjeron una reacción en su vientre.

-Oh, Nicky -exclamó extasiada.

-Eres tan dulce, Stephy -besó el otro seno mientras sus dedos acariciaban el pezón que acababa de dejar húmedo y erecto.

-Por favor -gimió ella momentos espués cuando él acarició un seno con su lengua. Echó las caderas hacia adelante.

Gimiendo en voz baja, Nicky la acarició con suavidad.

-Casi, pero no del todo -le dijo mirándola sonriente antes de bajar la cabeza y besarla en el estómago.

Acarició con sus manos la parte interna de sus muslos, tratando de separarlos, pero sin el menor indicio de fuerza. Le mordisqueó la piel con suavidad y le acarició el ombligo con la lengua.
Stephanie gritó su nombre, hasta que empezó a agitar la cabeza en la almohada y su cuerpo se excitaba con las caricias de Nicky. Tenía la cara cubierta por una película de transpiración cuando él selevantó para colocarse encima de ella y le alzó las caderas, presionándolas contra las suyas.
La sostuvo así y la penetró poco a poco, dejando que el cuerpo de la joven se ajustara gradualmente a él, de manera que en el momento en que estuvo totalmente dentro de ella, la única dificultad que experimentaron los dos fue controlar una pasión que exigía su inmediata satisfacción.

-Es maravilloso sentirte rodeándome -murmuró él besando con suavidad los labios que lastimó con sus dientes.

Stephanie murmuró su nombre como un suspiro, mientras deslizaba los dedos por su cara conun gesto amoroso. No se dio cuenta de las lágrimas que brillaban en sus ojos, pero él sí las vio.

-¿Estás bien?

-Sí, sí, sí -asintió ella moviendo la cabeza.

-Pues bien, yo no -declaró él sonriendo-. Estoy a punto de morir. Pero. oh Dios, qué forma tan maravillosa de hacerlo.

Empezó a moverse, acariciándola hasta que los dos perdieron el sentido y todo lo que importaba era sucumbir al tumulto de emociones que se apoderó de ellos. Cuando lo hicieron, él oprimió la frente en la de Stephanie y pronunció su nombre.

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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:15 pm

CAPITULO 27

-Quieres que...

-No

-No me has dejado terminar -se burló Nicky.

-Sea lo que sea,no quiero que lo hagas, porque tendrías que moverte. Y si tú te mueves, yo deberé hacer lo mismo -declaró, bostezando apática- y no creo poder hacerlo.

Nicky se movió, pero sólo para rodearla con sus brazos y apoyar la barbilla en su cabeza. Stephanie también se movió, curvando el brazo alrededor de la cintura de Nicky.

-¿Por qué me provocaste esta tarde en la cancha de tenis? -preguntó la chica.

-Porque estabas jugando mal y el motivo era que no me consideraras un oponente digno de tí y por consiguiente no hacías ningún esfuerzo.

-Sí, jugué mal, pero porque no te considere un buen oponente.

-Entonces, ¿por qué lo hiciste?

-Porque no estaba concentrada en el juego, mi mente estaba en otra parte.

-¿Dónde estaba?

-Aquí

-¿Aquí? -Nicky echó la cabeza hacia atrás-. ¿Quieres decir aquí, como estamos ahora?

-Mmm.

-No me dejarás mentir, ¿verdad? -dijo él con un suspiro resignado-. Con toda sinceridad, ese fue el motivo por el cual te provoqué -Stephanie levantó la cabeza del pecho de Nicky y lo miró interrogante-. En lo único que he pensado desde esa mañana en que nos interrumpieron, es en hacerte el amor.

-Yo también.

-Pues todo lo que tenías que hacer era pedirlo.

-Lo hice.

-Oh, sí, lo hiciste, ¿no es cierto? -parecía mortificado-. Bueno, tú sabes a lo que me refiero.

Sonriendo, ella volvió a recostar la cabeza en su pecho y empezó a tirar del vello que le hacía cosquillas en la naríz.

-No puedo creer que esté acostada aquí contigo,desnuda y saciada. A menudo pensé que si alguna vez te encontraba a solas, te mataría lentamente.

-Si no me hubieses abordado cuando lo hiciste, quizá lo habrías logrado -le dijo él al oído y ella se rió, pellizcándole con fuerza el trasero-. Imagínate los titulares -prosiguió imperturbable-: "Famosa jugadora de tenis le hace el amor a un famoso cronista deportivo y le causa la muerte".

-¿Quieres comportarte? Esto es serio. No creo que te des cuenta de lo mucho que han herido tus mal intencionados artículos.

-¿Por qué no simplemente pensabas en la fuente de eso y te olvidabas de todo? -le preguntó él dejando de reírse.

-Porque casi todo lo que escribiste acerca de mí es cierto.

Nicky dejó de acariciarle la columna con la mano. La recostó de espalda y después rodó sobre un costado. Apoyando en un codo e inclinado hacia ella, le preguntó.

-¿De qué hablas?

-¿Será confidencial?

-En los círculos periodísticos, cuando el entrevistador está en la cama con la entrevistada, en un estado de desnudez y satisfacción sexual, por lo general se entiende que todo lo que se dice es impiblicable.

-Oh, gracias por aclararme eso.

-De nada. Y ahora deja de andarte con rodeos y repíteme eso eso. ¿A qué te refieres al decir que todo lo que he escrito acerca de tí es cierto?

-Gran parte lo era. A menudo decías que mi lugar no estaba en una cancha de tenis y de cierta forma tienes razón, Nicky. Desde el principio, mi padre me desalentó, porque decía que el tenis era un deporte para "niños ricos". Decidí jugar, pero no era tan... tan privilegiada como los demás

-Eso es absurdo.

-Tal vez, pero ese complejo de inferioridad me impulsó a demostrar mi valía. Tuve que trabajar más que los otros, tratando siempre de alcanzarlos. Me aceptaban en la mayoría de los clubes por mi habilidad en la cancha, no por mi árbol genealógico. Siempre tuve que ser la mejor -subrayó, tratando de que él la comprendiera-, porque de ello dependía que me aceptaran. Por eso, cuando dispuse de medios financieros, siempre me vestía bien y jugaba para los espectadores. ¿No lo ves, Nicky? Era como si dijera, "vamos, véanme; soy digna de su atención". Estaba desesperada por obtener su aprobación. Y sí, a veces incluso recurría a esos gestos encantadores para asegurarme de que no me ignoraran." Pero tú si viste a través de mis maquinaciones -le dijo conla voz ronca por la emoción-. Me calaste desde el principio y tu columna me aterrorizaba porque era incisiva. Tenía miedo de que si mis inseguirdades eran visibles para tí, también lo serían para los demás. Soy la clásica enferma del síndrome de la impostora y tú era mi peor pesadilla, la persona que me descubriría.

Él tenía la mirada fija en el labio inferior de Stephanie, no tanto porque admirara su atractivo, sino porque quería ordenar sus pensamientos.

-Si todo eso es cierto, Stephanie, fue por accidente. Si me aproveché de tus inseguridades, fue por casualidad,pero eso no tuvo nada que ver con mi mordacidad. A decir verdad, te atacaba porque me molestaba que alguien tan guapa como tú pudiera hacer tan bien las cosas y llegar a la cima en tu deporte, mientras yo tenía que escribir acerca de lo que hacían los demás y que yo deseaba hacer. Escribir esa tonta columna dista mucho de una carrera en el futbol profesional.

-No es tonta -replicó ella acariciándole la mejilla-. Sólo he dicho que no tenías talento ni delicadeza porque estaba enojada. Has cultivado un auditorio fiel de lectores que no se perderían una sola de tus acerbas palabras. Ningún escritor puede hacer eso mucho tiempo si no hay cierta esencia en lo que escribes. Sabes, tus lectores no son tontos.

-Gracias por el cumplido -al fin cayó en la tenatción y besó el labio inferior de Stephanie-. Pero yo sé, en lo más profundo de mi ser, que no he hecho nada que valga la pena desde ese accidente esquiando. No hasta que te traje aquí -su mirada se hizo má penetrante-. Quizá me he redimido por los celos que albergaba en tu contra.

-¿Celos?

-De tí y de todos los jugadores profesionales que triunfan. Hasta cierto punto me desquitaba contigo, pues era el blanco más fácil.

-¿Por qué?

-Porque eras distinta. No eras musculosa y poco atractiva, y esa era mi opinión machista e intolerante de cual debía ser el aspecto de respirando profundo-, ahora que estoy desnudando mi alma, quizá será mejor que llegue hasta el final. Seguía disgustado por lo sucedido en Estoclomo. Quería acostarme contigo y no lo logré, así que me enfadé como un niño a quien le niegan un dulce. Y con toda malicia desprecié lo que tanto deseaba. Una actitud de lo más infantil, ¿no es cierto?

-De lo más humana.

-Eres muy generosa.

-Me siento con una disposición generosa -le sonrió y trazó con la punta del dedo una línea a lo largo de naríz-. Y para demostrarte lo generosa que soy, te perdonaré todas las palabras detestables que has escrito acerca de mí con una condición.

-¿Y cual es esa condición? -preguntó él desconfiado.

-Que vuelvas a hacerme el amor -replicó besándole los labios.

-Stephy, no deberíamos.

-¿Por qué no?

Él titubeó y eso fue un error,pues ella se aprovechó de su indecisión y deslizó la mano hacia abajo.

-No deberíamos porque eso podría... -volvió a excitarse bajo las rítmicas caricas de ella-. podría no ser bueno para tí -terminó sin la menor convicción.

-Yo decidiré eso- Stephanie le mordisqueó la barbilla, frotando los dientes por la barba. Su mano se hizo más persuasiva, y su pulgar era perezosamente curioso-. Te lo suplico, Nicky.

Con un gemido, él la asió por la cintura y la atrajo hacia él.

-Pues bien, puesto que me lo pides con tanta amabilidad...

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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:19 pm

CAPITULO 28

Los insectos se estrellaban contra el parabrisas del automóvil de Nicky, que Stephanie tomó sin su consentimiento. Las pegajosas manchas que dejaban no preocupaban a la ladrona, que apenas podía ver las señales en la carretera interestatal debido a sus lágrimas. Stephanie se limpió la nariz con la manga. Después de ciento veinte kilómetros, habría pensado que ya se había agotado su provisión de lágrimas, pero no era así. Cada vez que pensaba en lo que dejó atrás y en la dura prueba que la esperaba, las lágrimas volvían a brotar de sus hinchados ojos.

Lo abandonó y él parecía furioso. Incluso ahora, su congoja se veía eclipsada por el temor que Nicky la alcanzara de alguna manera. Mirando hacia atrás cuando se alejaba a toda prisa de la granja, lo vio bajar corriendo los escalones de la terraza, vestido sólo en ropa interior. Levantó el puño, maldiciéndola a ella y a la piedra que lastimó su pie descalzo.
Pudo ser una visión cómica,pero no lo fue. Le destrozó el corazón y aún seguía destrozado. Se imaginaba que seguiría así mucho tiempo.

La silueta de Dublín relucía hacia el oeste, ahora de un tono índigo al anochecer. Dentro de una hora estaría en su casa, calculó mentalmente.Le tomaría una hora hacer las llamadas telefónicas necesarias y las maletas. Después...No quería pensar más allá de eso. La única forma en que saldría adelante sola, sin perder la cordura, era dando los pasos uno a uno. Lo primero era lo primero y para ella lo primero era llegar a su hogar.

Cuando se desvió en la salida del laberinto de cemento que unía a una autopista con otra, se permitió reflexionar sobre esa tarde en que hicieron el amor. Nicky hablando en voz baja y sensual. Nicky, con sus manos que la orientaban. Nicky, excitado,llenándola. Nicky,con sus labios hambrientos y sin embargo tiernos sobre sus senos. Nicky, Nicky, Nicky.

Se enjuagó las lágrimas al cambiar con precaución de un carril a otro, desacostumbrada a conducir un automóvil con un motor lo bastante potente para un avión. El jamás la perdonaría por "tomar prestado" su automóvil sin su autorización. Y tampoco la perdonaría por dejarlo abandonado.
La anticuada bañera de la granja se convirtió en un santuario en donde ellos se dedicaban a adorar sus cuerpos. Las manos cubiertas de espuma de jabón eran los instrumentos más eróticos para provocar el placer carnal. ¿O era que Nicky sabía cómo usarlas? Fue una delicia descubrir que la parte interna de sus brazos era particularmente sensible a los besos con la boca abierta y que se sentía débil cuando él la besaba detrás de las rodillas.

Nicky tenía un punto sensible a las cosquillas entre la costilla inferior y la cadera derecha. Tenía un lunar en el omóplato izquierdo y tenía los ojos nublados cuando ella trazó con sus labios amantes cada centímetro de las terribles cicatrices de su pierna.
"Esto siempre ha sido un objeto de fantasía para mí", le había confesado él, tirando suavemente de su trenza.
"¿Es cierto eso?"
"Sí, es cierto"
"¿Cómo?" El sonrió misterioso y no se lo dijo. "Entonces, demuéstramelo"
Los ojos de Nicky se nublaron al oír su seductora sugerencia. Y cuando llevó a cabo su fantasía con la cooperación de ella, los armoniosos gritos de placer de los dos hicieron eco en los muros de la casa.

Fue el instante en que ella supo con toda claridad que lo quería, y su decisión se presentó frente a ella tan clara como el cristal. La solución a su dilema surgió de pronto de las sombrías profundidades de la confusión y la desesperación. La vida, en su forma más sencilla y más básica era mucho más valiosa que todas las cosas amenas que pudiera ofrecer, como los trofeos y la fama, el respeto y la riqueza y la aceptación de sus amigos o de los desconocidos.

Mientras Nicky se vestía, ella bajó supuestamente a preparar una cena ligera. En vez de eso tomó su bolso, se apoderó de las llaves del automóvil y salió corriendo, no tanto por temor a la ira de él cuando se diera cuenta del engaño y de que lo había abandonado, sino porque tenía miedo de que si disponía de tiempo para pensar, cambiaría de opinión. Logró llegar hasta el borde del claro antes de que él saliera corriendo ala terraza, gritando detrás de ella.

"¿Qué diablos pasa Stephanie, regresa. ¿A dónde vas?" Entonces,al darse cuenta de que ella huía con su único medio de transporte, se enfureció.
"¡Maldita sea! ¿Qué clase de truco es este? ¡Ay! ¡Demonios!" Lívido, maldijo al pisar la piedra. " Cuando te alcance, te estrangularé por esto, maldita sea", exclamó, golpeándose la palma de la mano con el puño cerrado.

Su casa estaba a oscuras y se alegró al ver que no había nadie acechando. Los sabuesos de las noticias y los simples curiosos se habían cansado, o bien renunciaron por completo a averiguar el paradero de Stephanie Corbett.
Sus plantas requerían atención inmediata y se reprendió por olvidarse de llamar al servicio que se encargaba de cuidarlas en su ausencia, y juró hacerlo cuanto antes,pero sólo Dios sabía cuándo sería eso.
Su primera llamada telefónica fue a su ginecólogo, quien se alegró tanto de oírla que hablaba de forma incoherente.

-Si no lo hago ahora, podría cambiar de opinión -habló a toda prisa-. Puedo estar allí dentro de una hora. ¿Podría hacer los arreglos necesarios así de pronto?

El le prometió que podía y que lo haría. La siguiente llamada fue para su representante.

-Stephanie, gracias a Dios. He estado frenético.

-Necesitaba estar algún tiempo a solas para pensar -no estuvo sola,pero era demasiado complicado explicarle lo de Nicky-. Esta noche me internaré en el hospital. La intervención quirúrgica está programada para mañana por la mañana.

Hubo una larga pausa.

-Por supuesto, es decisión tuya -respondió él.

-Sí, lo es. Está en juego mi vida y eso es más importante que una carrera.

-Vamos, sólo se trata de Wimbledon -exclamó él en un tono de falsa animación-. Y el torneo se celebra todos los años. El próximo año el triunfo será tuyo.

Los dos sabían que no sería así, pero Stephanie trató de que su voz sonara entusiasmada cuando le respondió.

-Será mejor que lo creas.

El le prometió notificárselo a todos los interesados y hacer una declaración para la prensa, que estuvo muy activa especulando sobre su paradero.

-De acuerdo, pero espera hasta mañana después de la operación, ¿quieres? No importa cuál sea el resultado, será mejor que lo demos de inmediato -él estuvo de acuerdo en ello antes de cortar la comunicación.

Después, Stephanie se sintió terriblemente sola. El silencio en su casa era deprimente, acostumbrada como estaba al oír el ruido de la máquina de escribir de Nicky. La fotografías enmarcadas que adornaban las paredes, donde ella aparecía sosteniendo en lo alto los trofeos de la victoria, parecían burlarse de ella, lo mismo que los recuerdos de su carrera que ocupaban los estantes y la repisas. El trofeo del Torneo Abierto de Francia, recién adquirido, ya no parecía pertenecerle.

-Ahora ya es demasiado tarde para cambiar de idea -se recordó mientras se dirigía a su dormitorio y empezaba a llenar una pequeña maleta. Después como una plegaria, murmuró-: Stephanie, tu vida está en las manos de Dios.

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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:22 pm

CAPITULO 29

Dios tenía muchos ayudantes.
Por lo menos fueron muchas las personas que le pusieron la mano encima antes de llegar al quirófano a la mañana siguiente. Para entonces ya la habían despojado de toda su dignidad y su intimidad.

Después de dejar el automóvil de Nicky en su garaje...no sería bueno que se lo robaran dos veces en un mismo día...se dirigió en taxi al hospital. En Admisión, le pidieron que firmara un incontable número de formularios, así como un autógrafo para Jennifer.

-Mi hija de doce años quiere ser como usted cuando crezca -le dijo la recepcionista, impresionada al verse frente a una celebridad.

De allí la llevaron a la sala de rayos X. Vestida sólo con una bata de papel, la dejaron en una habitación tan fría como un congelador de carnes y le pidieron que esperara,lo que hizo durante más de una hora antes de que llegara el técnico, que ni siquiera se disculpó.

-Vaya, no ha sido tan malo, ¿verdad? -le preguntó una enfermera cuando retiró la aguja de la vena después de extraer lo que a Stephanie le pareció un litro de sangre-. Ahora ya puede relajarse -le dijo, extendiéndole los dedos de la mano que tenía apretada con fuerza-. ¿Le he hecho daño?

-No -respondió ella malhumorada-.Pero no me agradan las agujas.

Al fin la llevaron a una habitación privada, pero le concedieron muy poca intimidad. Una rígida y seria enfermera entró con otros papeles para que los firmara.

-¿Le mostraron el video en el piso de abajo? -le preguntó indiferente-. ¿Entendió todo?

-Sí -el video explicaba todo lo que podía salir mal durante una cirugía del abdomen, y cada posibilidad parecía más aterrorizante, irreversible y mortal que la anterior.

-Firme aquí, aquí y aquí.

Después se presentó el capellán del hospital.

-Vaya, aquí tenemos a una celebridad -exclamó, con una gloriosa sonrisa.

Después de discutir el mejor remedio para el codo de tenista, los dos inclinaron la cabeza sobre las manos entrelazadas, rezando por el hábil cirujano y por la plena recuperación de Stephanie.
Stephanie rezó por el talón lastimado de Nicky, pidió perdón por robarle el automóvil, protección para que él no la estrangulara cuando la encontrara y por una demanda legal de su parte en contra del hospital si llegaba a morir en la mesa de operaciones. Pensó que alguien debería hacer responsable a la institución. Después llegó su ginecólogo y le explicó el procedimiento quirírgico.

-Si los tumores son benignos, y tengo razones para creer que lo son,los extirparemos y usted quedará como nueva.

-¿Y si no lo son?

-Quizá una histerectomía completa, seguida de un tratamiento.

-¿Qué clase de tratamiento? ¿Radiaciones?

-Primero nos encargaremos de la cirugía -le dio una palmada en la mano-. Después,si es necesario discutir las opciones, lo haremos.

El anestesista, que le recordó al Conde Drácula, se sentó en el borde de su cama.

-Lo primero que haremos por la mañana será administrarle un sedante. Pondremos dos venoclisis, una en su brazo y la otra en el dorso de su mano

-No me agradan las agujas -dijo ella con voz ahogada.

-Le prometo enviarle a mi mejor ayudante. Cuando llegue al quirófano, ya estará adormilada. Duerma bien esta noche.

¿Dormir bien? Vaya una broma. La lavaron por todas partes...una experiencia humillante...y le pusieron una inyección para que durmiera. Se negó a comer nada, a pesar de que no había probado bocado desde la hora de comer. ¿Acaso esas eficientes personas no comprendían que no podía dormir sin el sonido lejano y tranquilizante de la máquina de escribir de Nicky?

Pero él estaba a kilómetros de distancia, abandonado en la granja. ¿Y si había incendio y él no podía huir? ¿Y si llovía tanto que se producía una inundación y él no tenía medios para escapar? Se torturó pensando en horrendas posibilidades. Sin embargo, debió quedarse dormida, porque cuando la despertó una sonriente enfermera, soñaba que Nicky la perseguía con una aguja hipodérmica de treinta centímetros de largo, en forma de raqueta de tenis, riéndose como un maníaco y amenazándola con pegarle por robarle su automívil.

En poco tiempo la preparación para la cirugía y la llevaron en una camilla al quirófano. Mientras que la noche anterior las horas pasaron lentas, en ese momento todo parecía tan acelerado que la invadió el pánico. El cirujano le apretó la mano para tranquilizarla y le sonrió detrás de la máscara.

-Todo saldrá bien, Stephanie. Sólo relájese. Respire profundamente y empiece a contar hacia atrás, desde diez.

-Diez -quería detener las cosas-. Nueve -necesitaba más tiempo para pensar-. Ocho -Necesitaba a Nicky -. Siete...

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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:24 pm

CAPITULO 30

Pesaba cuatro mil kilos y esos brutos le pedían que rodara sobre la cama.

-Eso es, señorita Corbett. No, no se quite la venoclisis, sólo relaje el brazo. Así está bien. Justo allí. Su operación ha terminado.

-¿Tiene puesto el catéter?

-Sí.

-Que pelo tan bonito tiene, ¿verdad?

-Mmm. ¿La has visto jugar?

-¿Bromeas? No puedo pagar el precio de las entradas.

-Me refiero a verla en la televisión. Señorita Corbett, ¿me escucha? Su operación ya ha terminado.

Un estrépito de metales. Movimientos bruscos. Luces. Tantas luces. Demasiado brillantes. Teléfonos, actividad y alboroto. ¿Por qué no guardaban silencio y la dejaban dormir?



***

-Ya es hora de que volvamos a darle la vuelta, señorita Corbett.

Un gemido. Su gemido. "No, no me obliguen a moverme". Un monstruo vestido de verde insistía en que tosiera.

-Debe toser, señorita Corbett. Vamos, ahora. Debe toser para limpiar sus pulmones. Que no se queden obstruidos.Señorita Corbett, por favor, tosa.

Lo intentó sólo para que la dejaran en paz. Su recompensa fue sentir que introducían algo muy frío entre sus muslos.

-...es para reducir la inflamación -alguien volvió a sacudir su cama. Estúpidos. Todos eran unos estúpidos.



***

Tenía la mano debajo del brazo de la enfermera mientras ella bombeaba el bulto del aparato de la presión sanguínea.

-Así está bien -sintió que le quitaban la presión del brazo-. Señorita Corbett, Ahora debemos cambiar la compresa de hielo.

-¿Algo de beber? -sentía la boca llena de algodón

-Puede chupar un trozo de hielo -le introdujeron entre los dientes una cuchara fría y dura. Qué maravilloso hielo. Chupó ansiosa.

-Ya está, sólo uno. Ahora, dese la vuelta.

-No puedo.

-Por supuesto que sí. Ahora vuelva a toser.

-No.

-Tosa -lo hizo-. Buena chica. Y aquí viene una nueva compresa.



***

-No puede entrar aquí!

-Pues ya he entrado.

Stephanie se despertó al escuchar una voz familiar, pero le era imposible abrir los párpados. ¿Le habían puesto algo encima de ellos, monedas de cincuenta centavos, como lo hacían con los cadáveres en las películas del oeste?

-Sólo se permiten visitantes en Recuperación cuando faltan diez minutos para la hora, cada dos horas. Esa es la reglas.

El le dijo lo que podía hacer con su regla, y su sugerencia no fue muy amable.

-Voy a verla, le guste o no a usted.

-Voy a llamar a seguridad.

-¿Stephy?

-¿Nicky? -le preguntó ella con voz ronca.

-Aquí estoy, pequeña -una mano, fuerte y cálida, se apoderó de la de ella, que murmuró.

-¿Vas a estrangularme?

-Aquí está oficial. Se supone que no debe entrar hasta que falten diez minutos para la hora.

-Te veré después, pequeña -sintió el suave roce de los labios de Nicky en la frente y después desapareció.

Quizá solo fue otro sueño extraño.

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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:28 pm

CAPITULO 31

-Está seguro?

-Absolutamente.

-¿Extirpó todo, incluso lo potenciamente peligroso?

-Todo -el médico vio que su paciente tenía los ojos abiertos y que los observaba con solemnidad, a él y al desaliñado visitante.

-Va muy bien Stephanie -le dijo con su sonrisa profesional-. Sé que la sala de recuperación es incómoda, pero pronto la llevarán a su habitación. ¿Se siente con ánimo de recibir a un visitante? -ella asintió, y el médico dio una palmada en el hombro de Nicky-. Recuerde, sólo diez minutos. No haga que vuelvan a echarlo de aquí.

Nicky no escuchaba; tenía la mirada fija en la cara de Stephanie. Se inclinó sobre ella, con cuidado para no mover los tubos.

-Tuve que luchar para llegar hasta aquí. Espero que me lo agradezcas.

-¿Cómo lograste encontrarme?

-Puse a Addison sobre tu pista.Lo llamé por teléfono desde una cabina en la autopista ya que mi celular estaba en el auto. Cowell no quiso aceptar mi llamada por cobrar, maldito sea, así que le pedí prestadas unas monedas al conductor del camión que me trajo hasta aquí. Se compadeció tanto de mí que incluso me invitó una taza de café. Resultó que vive en Dublín y es un ávido lector de mi columna. En agradecimiento, le prometí un pase para la temporada de juego del Celtic.

-¿Addison? -preguntó ella tratando de comprender la explicación, pero era demasiado complicada. Sonriendo al ver su confusión, Nicky dijo:

-Después te hablaré de ello. Hay material suficiente para otra novela.

Stephanie trató de humedecerse los labios con la lengua, pero aún tenía la boca demasiado seca, a pesar de que le dieron otros trozos de hielo.

-Nicky, ¿qué hay de mi operación?

El adoptó una expresión más seria, se acercó a ella y cuando habló lo hizo con voz ronca y confidencial.

-Debí saber que sólo estabas actuando, recurriendo a uno de tus gestos encantadores en beneficio de la multitud. Mucho ruido por nada.

-¿De qué hablas?

-De tus tumores. Todos esos titulares y ese alboroto por un puñado de tumores benignos -su tono era de reprensión,pero había una delatora humedad en sus ojos.

-¿Resultaron benignos?

-Unas inofensivas criaturitas. Hasta el último de ellos.

Stephanie cerró los ojos y por sus mejillas se deslizaron unas lágrimas, que él enjugó con la yema del pulgar.

-¿Estás seguro? -le preguntó ella.

-Si tu ginecólogo y el mejor patólogo de Dublín conocen su trabajo,puedes estar segura de que estás curada.

-Entonces, ¿no me han hecho una histerectomía?

-No, si contamos tu ovario derecho.

-¿Tuvieron que extirpar un ovario?

-Algo insignificante si consideras que todo lo demás estás intacto y funcionando. Oh, y mientras estaban en eso, te extirparon el apéndice. Les dije que no creía que eso te importara.

-Nicky -murmuró, y por sus mejillas se deslizaron unas lágrimas de alegría.

-Escucha, dejade lloriquear, o esa arpía enfermera hará que vuelvan a echarme de aquí por alterar la paz.

-No debiste venir.

-Ni una manada de caballos salvajes me lo habria impedido.

-Siento haber tomado tu automóvil -dijo Stephanie sorbiendo las lágrimas.

-¿De qué diablos hablas? En realidad le pertenece al banco,más que a mí. ¿Ya te sientes bien?

Stephanie no podía reír, pero sonrió

-Tengo agujas clavadas en el brazo y la mano, pinzas de metal para sujetar mi vientre, ni siquiera puedo moverme sin ayuda y estoy montada encima de una compresa de hielo. Me hacen toser de vez en cuando, a pesar de que estoy segura de que eso romperá todos los puntos. En resumen, me siento terrible.

-No tanto como me sentí yo cuando averigüé dónde te habías ido. Si alguna vez vuelves a huir de milado sin una explicación, te daré una paliza.

-¿Has escrito algo hoy? -le preguntó ignorando la amenaza.

-¿Escribir? -replicó él incrédulo-. Stephanie, he recorrido los pasillos de este hospital como un loco, esperando que despertaras de la anestesia.

-Debiste quedarte en casa, escribiendo. El capítulo siete necesita que trabajes más en él.

-Sí, lo sé. Se ha rezagado en... -se interrumpió y frunció las cejas-. ¿Cómo diablos sabes lo que necesita el capítulo siete?

-He leído tu novela.

-¿Desde cuando?

-Desde que la empezaste -deseaba acariciarlo, pero no podía encontrar el medio de alzar la mano-. Es maravillosa. De verdad.

Sintió que los medicamentos que le administraron después de la intervención volvían a sumirla en el olvido. Antes de sucumbir, había algo que tenía que decir.

-Nicky, te quiero.

El se apoderó de su mano y la retuvo en sus labios después de imprimir un ferviente beso en el dorso de los dedos.

-Eso imaginé cuando decidiste ir a salvar tu vida, en vez de ir a luchar por el Grand Slam. ¿Quieres saber lo más extraordianario? Yo también te quiero.

Sonriendo irónico, vio que ella se había quedado dormida.Lamentó que no hubiese oído su declaración de amor, pero eso no era un problema.
El estaría allí cuando Stephanie se despertara.



FIN

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MensajeTema: Re: El precio de la Victoria [+18]    El precio de la Victoria [+18] - Página 2 Icon_minitimeLun Jul 22, 2019 5:34 pm

*EPÍLOGO*

-Gracias

-Gracias a usted -dijo efusiva la atractiva joven-. No puedo esperar para empezar a leerlo. Si es la mitad de bueno que su fotografía de la contraportada, me agradaría mucho.

Nicky miró a su esposa, que contemplaba a la sonriente ingenua de minifalda con los ojos entrecerrados. Cuando volvió a fijar la mirada en su esposo, él le hizo un gesto de impotencia que no iba a de acuerdo con su sonrisa, que era definición de la complacencia masculina.

-Señora Byrne, la fila de la puerta es cada vez más larga -le comentó el gerente de la librería de Dublín-. El señor Byrne estará muy ocupado algún tiempo, firmando libros. ¿No quiere sentarse?

-Estoy bien por el momento, pero gracias.

-¿Sería muy atrevido si le pidiera su autógrafo? -le dirigió una mirada tímida.

-De ninguna manera -le devolvió la sonrisa.

-Una vez la vi jugar en el Torneo Abierto de Estados Unidos -le dijo sacando una libreta y una pluma.

-¿Y gané?

-Perdió en los cuartos de final, pero fue un partido reñido.

Stephanie sólo se rió.

-Ahora está casi retirada, ¿no es así?

-Ya no juego en competiciones, pero estoy muy ocupada organizando varios centros de instrucción.

-Eso he oído decir. Para niños de escasos recursos, ¿verdad?

Después de seis meses de recuperación de la intervención quirúrgica, su ginecólogo la autorizó a dedicarse a cualquier proyecto que deseara emprender. Su genial idea, que consideró desde todos los ángulos durante su convalecencia, se ganó la entusiasta aprobación de Nicky. La ayudó a difundir la idea a través de su columna en el Herald y como resultado de ello, empezaron a llover los donativos.

La escuela de Dublín obtuvo tantas críticas elogiosas que otras ciudades abordaron a Stephanie para que organizara en ellas programas similares. Ahora había escuelas de Stephanie Corbett en todo el país, dedicadas específicamente a los jugadores que no podían pagar su pertenencia a un club.

-¿A su esposo no le importa compatir con usted una empresa que requiere tanto tiempo?

-De ninguna manera, pues comprende que necesito trabajar. Además él también está muy ocupado.

-He oído que su columna diaria tiene mucho éxito y que ya ha empezado a trabajar en su segunda novela.

-Es verdad, así es.

-¿De qué se trata?

-Juré guardar el secreto -respondió son una sonrisa dulce-. Tendrá que esperar, lo mismo que todos sus admiradores.

Había una larga fila de ellos, que cruzaba la puerta y se prolongaba por la acera Stephanie vio que uno de ellos se abría paso a codazos entre la multitud hasta que llegó a la mesa donde Nicky autografiaba los ejemplares de su libro.
Se presentó como editor de libros del Times.

-¿Puedo hablar con usted un minuto, señor Byrne?

-No -respondió él amablemente, señalando la fila de personas que esperaban paraconocer al autor del nuevo éxito-. Pero puedo hablar y firmar al mismo tiempo. Pregunte lo que quiera.

-¿Su novela es autobiográfica?

-Algunas partes

-¿Qué partes?

-Por consideración a mi familia y a mis amigos, no puedo responder a esa pregunta. Debo reconocer que cuando era joven,lo que más deseaba era jugar futbol profesional, pero me fue negada esa oportunidad. Durante muchos años después, albergué mucha amargura y tenía un complejo del tamaño del Monte Everest -cerró el libro que acababa de firmar, se lo entregó al cliente y le sonrió a la siguiente persona de la fila-. Hola.

Mientras escribía un breve mensaje y firmaba, prosiguió:

-Me sentía decepcionado de la vida, así que puede relacionarme con el protagnista del libro, que también sufrió una amarga decepción.

-¿Qué fue lo que cambió su perspectiva personal? -preguntó el periodista.

La mirada de Nicky se encontró con la de Stephanie y vio que lo miraba con ojos brillantes.

-Conocí a alguien con mucho valor. Con su ejemplo, ella me enseñó que la vida es algo valioso y que vale la pena vivirla, incluso con sus impedimentos, y que a veces debemos sufrir para reconocer una victoria.

La cara de Stephanie se iluminó con una sonrisa, pero fue reemplazada de inmediato por una expresión de alarma que le transmitió a Nicky, quien de inmediato dejó la pluma en la mesa y se levantó. Cruzó la tienda y oprimió la mano de su esposa entre las suyas.

-Stephy, ¿sucede algo malo?

-Nada, querido. Regresa a tu trabajo.

-Señor Byrne -le dijo nervioso el gerente de la librería-, la gente espera.

-Volveré de inmediato -le respondió Nicky, guiando a Stephanie por el angosto pasillo hacia la parte de atrás de la librería.

-Pero...pero no puede irse ahora. ¿A dónde va? -tartamudeó-. ¿Qué le diré a mis clientes?

-Dígales que he estado firmando libros dos horas y que debo descansar. Estoy seguro de que lo entenderán.

Dejó al gerente, al periodista y a quienes estaban lo bastante cerca para escucharle mudos y boquiabiertos y se llevó a Stephanie a la trastienda aún más atestada que la misma librería.

-¿Qué sucede? -le preguntó en el momento mismo de cerrar la puerta.

-Nada.

-Vi tu cara, Stephy. Parecías como yo cada vez que con un ademán juguetón tomas en tu mano...

-¡Nicky! Pueden oirte.

-No me importa. Quiero saber qué fue lo que causó esa expresión, como si alguien te hubiera estropeado algo.

Desde el día que regresaron a la granja en el este de Dublín, después de su intervención quirúrgica, él deseaba enterarse constantemente del estado de su salud. Sólo depués de que ella tuvo su primer ciclo menstrual normal, empezó a creer en el pronóstico del médico. Pero jamás descuidó su vigilancia en lo concerniente a la salud de Stephanie.

-Sé que no debí escucharte cuando me pediste que viniera hoy -le dijo, reprendiéndose por permitir que ella lo persuadiera-. Déjame enviarte en mi taxi de regreso al hotel.

-Olvídalo, Byrne. Me fascina ver cómo te adora la gente,porque yo también te adoro -lo besó con suavidad-. Además, me niego a quedarme encerrada en esa sofocante habitación mientras todas la mujeres coquetean contigo.

-No todas las mujeres -replicó él con insufrible presunción que ahora le parecía tan cautivadora.

-Eres incorregible -le pasó los brazos alrededor del cuello y se acercó más a él-. ¿Por qué te quiero tanto?

-¿Cómo podrías evitarlo? ¿Qué hay en mí que no sea digno de amarse? -deslizando las manos hasta la parte inferior de la espalda, la atrajo más y la besó en los labios.

-Byrne, tienes esperando a mucha gente.

-Deja que esperen.

La besó con pasión, usando la elngua para investigar los puntos más dulces de su boca. Su deseo mutuo no había disminuido. Nicky a menudo bromeaba diciendo que quizá era el único esposo en la historia que esperó doce semanas después de la boda para consumar su matrimonio. Stephanie replicaba que él fue el único culpable, pues insistió en llevar a un sacerdote a la granja para que los casara cuando ella estaba convaleciente y que, una vez que obtuvo la aprobación de su ginecólogo, sin duda le compensó por todo el tiempo perdido.

-Mmm, delicioso -Dijo él, separando al fin los labios-. He estado ansiando -de pronto se interrumpió, desconcertado, Stephanie empezó a reír con suavidad.

-Ahora bien, ¿quién tiene una expresión de alguien a quien le han estropeado algo?

-¿Qué diablos fue eso?

-Eso -respondió ella tomando su mano y deslizandola por su abultado vientre- es nuestro bebé, que se ha movido por primera vez.

Nicky tragó saliva con fuerza.

-Oh, Dios -refunfuñó-. Sabía que debí insistir para que te quedaras en tu habitación, que esto resultaría demasiado cansado. Esto lo provocó estar de pie en este duro suelo. ¿Por qué no estás sentada?

Ella dejó escapar una risa de felicidad.

-¿Quieres calmarte? Eso es normal y ha sucedido justo a tiempo. El doctor me dijo en mi última visita que debía esperar que empezara a moverse. Allí está otra vez. ¿Lo sientes? -esperaron ansioso, pero no sucedió nada-. Creo que ha vuelto a dormirse.

-Desgraciadamente -dijo Nicky con voz ronca- al acariciarte lo he despertado -se acercó a ella de manera que no era posile que no comprendiera a qué se refería él-. Soy un tipo afortunado. Estoy casado con la mujer más erótica que hay sobre la faz de la tierra.

-¿Alguna vez te he dicho que dices cosas muy románticas?

-No.

-Bien.

Era un juego de palabras el que a menudo desempeñaban. El sonrió mientras sus manos se movían desde la abultada cintura hasta sus senos. Durante las últimas semanas habían crecido por el embarazo.

-¿Los tienes sensibles? -Le preguntó, dándole un masaje.

-No mientras sigas haciendo eso.

Nicky deslizó los dedos por los pezones; no lo decepcionaron.

-Oh Dios, te quiero. Llegaste cuando más te necesitaba -emocionado, volvió a tragar saliva con fuerza-. Cada vez que pienso en esa intervención quirúrgica y en lo que pudo suceder... -y no expresó en voz alta ese insoportable pensamiento.

-Pero no fue así y es una bendición tenernos uno al otro -volvieron a besarse con todo el amor que rebosaba en sus corazones.

-¡Nicky, ha vuelto a suceder! -exclamó ella excitada.

Guió la mano de él hacia su vientre y los dos sonrieron radienates cuando el hijo creado por ellos se movió en su seno.

-¿Te duele? -murmuró él.

-No -susurró ella a su vez.

Llamaron a la puerta.

-Señor Byrne, la multitud empieza a impacientarse.

-¿Qué sientes? -le preguntó Nicky a su esposa, ignorando al gerente, y ella le dijo en voz baja y conmovida.

-Siento algo maravilloso, que me hace sentir llena de vida y victoriosa. Casi tan bien como me siento cada vez que tú estás dentro de mí.

Nicky la besó en los labios y refunfuñó:

-Ahora debo irme, señora Byrne, pero sigue pensando así.

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