Kissing
Alargo la mano y le toco la cara, suave y esbelta, la piel joven y satinada bajo las yemas de mis dedos. Se inclina hacia el tacto y un suspiro sale de sus labios, los ojos se cierran brevemente, lentamente. Eso me dice todo lo que necesito saber. Desea esto tanto como yo.
Semanas de observarlo, de desearlo, la necesidad de besarlo y saborearlo ha sido tan abrumadora que, a veces, he tenido que retirarme físicamente de la habitación por miedo a agarrarlo y tomar lo que quiero.
Esta noche, todo ha sucedido. Ni siquiera sé cómo, pero estamos aquí en mi apartamento y él me está mostrando todas las señales correctas.
Dejo que mis dedos se deslicen hasta su pelo, negro y mucho más fino de lo que esperaba. He tocado su pelo antes, en el programa, pero no como ahora, esto es tan... personal. Mis dedos acarician cada mechón dejándolo caer, como si fuera seda al tacto, a él también le encanta porque se le corta la respiración en la garganta cuando mi pulgar le roza la nuca..
Nos detenemos y nos quedamos mirando durante apenas unos segundos pero nos parece una eternidad. Sus ojos se oscurecen, si es que eso es posible, y siento una repentina sacudida en el estómago, una mezcla de lujuria y miedo a lo desconocido. Es excitante y aterrador al mismo tiempo.
Él se inclina primero, haciéndose cargo cuando nuestros labios se encuentran. Es un contacto tentativo al principio, experimental. Sus labios se pegan a los míos y nos mantenemos en esa posición, dejando que nuestros sentidos entren en contacto mientras nuestras manos siguen vagando.
Profundizo el beso, dando un paso más, mi boca se mueve contra la suya, mi lengua se burla de su labio inferior hasta que me deja entrar en el calor. Es delicioso, como un millón de sensaciones que se precipitan sobre mí; una mezcla embriagadora de Jai. Su lengua, que quiere unirse a la diversión, se enrosca contra la mía, acariciando y lamiendo hasta que me quedo sin aliento y me alejo desesperada en busca de aire.
Su dedo se extiende y toca mis labios, su cara, una imagen de pura inocencia, me impulsa a besarlo de nuevo. Esta vez los dos nos besamos con fuerza, nuestras manos reaccionan al placer que nos estamos dando y encuentro sus manos deslizándose por debajo de mi camiseta. Me uno a la fiesta y deslizo mis dedos bajo su camiseta recorriendo suavemente su cintura. Está demasiado caliente para su propio bien.
A medida que aumenta nuestra pasión, nuestros labios se afanan en burlarse y mordisquearse, quiero meterme en su cuerpo, formar parte de él. Sé que él siente lo mismo cuando sus piernas se doblan y ambos nos hundimos en el suelo, un frenético lío de labios y manos.
Me retiro, con la respiración entrecortada, y me siento, poniéndome cómoda sobre su cuerpo tendido. Está tumbado, con los ojos desorbitados, la ropa desarreglada, maltrecho. Tiene las manos abiertas a ambos lados de su cuerpo, ofreciéndose a mí.
No puedo resistirme...